jueves, 14 de junio de 2007

De héroes antiguos

¿Podremos encontrar un par de héroes homéricos, un día de estos, al subir al autobús? Nada tienen que ver aquellos héroes con nuestros héroes actuales, altruistas y compasivos. Sin embargo, siendo tan diferentes de nosotros, algo nos dicen, porque volvemos una y otra vez a su memoria. Los héroes griegos son sujetos de una serie de hechos y de dichos que merecen ser recordados porque nos muestran algún tipo de verdad, por oposición a la mentira que queda en el olvido.

Los griegos comenzaron a acordarse de sí mismos en el momento que inventaron la historia. Antes de saber de sí mismos relataban los hechos de la épica y de la tragedia. Este recuerdo vinculaba el relato a la ciudad y sus fiestas. En Atenas, por ejemplo, la fiesta de las Panateneas, en la que durante tres días se recitaban los poemas homéricos.

Los héroes épicos no se parecen a los protagonistas de las novelas modernas. Estos tienen una identidad, exterior e interior; se les reconoce una vez que han sido descritos. En cambio aquellos aparecen en relatos distintos y según sea cada historia así se mostrarán ellos, sin identidad definida, sin coherencia. Los héroes son gente extraordinaria y sus hechos son extraordinarios.

Hesíodo en Los Trabajos y los Días, inspirándose en los relatos orientales, habla del gene, del linaje de los hombres. “Al comienzo los hombres eran mejores que en el presente”. Hubo cinco edades: la edad de oro, la de plata, la de bronce y la de hierro, la nuestra. Entre la edad de bronce y la de hierro existió la edad de los héroes. El linaje divino de los hombres divinos, los semidioses. Los héroes tenían la diké, la justicia. De hombres heroicos, linaje divino. De su lado divino provienen sus grandes gestas; de su lado humano, la mortalidad. La Ilíada no trata del culto a los héroes, sino del relato de sus acciones y de sus dichos.

La Ilíada comienza con la disputa entre Aquiles y Agamenón. Aquiles sólo busca kleos, la gloria, por lo que combate sólo, su lema es sé siempre el mejor. Agamenón, es un caudillo. Este se ve obligado a dejar marchar a su esclava Criseida, para evitar que la peste acabe con su campamento. Entonces deshonra a Aquiles robándole la suya, Briseida. Aquiles monta en cólera y se aparta de la lucha, sin importarle el precio que sus compañeros hayan de pagar, dejando el campo abierto para la fama de los demás héroes. Se queda en su tienda cantando a los antiguos héroes que como él son materia del canto. Aquiles es hijo de un hombre y de la diosa Tetis. Ésta le pide a Zeus que no ganen los aqueos en el combate para que de ese modo se confirme que Aquiles es el mejor. Así llega el momento de Héctor, héroe de la victoria en el campo troyano. Los dos, Aquiles y Héctor, son antitéticos, cuando una baja el otro sube. A Aquiles no le importan los aqueos, sólo la gloria; Héctor combate por los suyos por su ciudad.

Héctor pelea y triunfa. Cuando vuelve del combate se encuentra con tres mujeres, Hécuba, su madre, que le dice que disfrute del vino, pero Héctor lo rechaza para no perder la lucidez, para seguir fuerte, centrado en el derramamiento de sangre. Después es Helena quien recibe al héroe, que lo ve como el opuesto a Paris, que se esconde entre mujeres de la guerra. Y por fin, Andrómaca, su mujer, que le pregunta si no le importa dejarla viuda y a su hijo huérfano. Héctor le responde con el aidos, el sentido de la vergüenza, del honor, le dice que busca el respeto, lo que no tiene su hermano Paris.

Para los que defienden que lo importante en la Ilíada es el proceso de humanización, el héroe es Héctor, que se va humanizando por esos encuentros sucesivos con su madre, Helena, su mujer o su hermano. Nosotros podemos leerla así, pero no los griegos, para los que sólo los aqueos son griegos, no los troyanos. Sólo Aquiles puede ser el héroe triunfador.

Cuando todo parece perdido para los aqueos, aparece Patroclo, el amigo que combate con las armas de Aquiles. Héctor lo mata y se lleva sus armas, no así sus inmortales caballos, regalo de los dioses a Aquiles. Los caballos lloran la muerte de Patroclo. (Cavafis en un poema dice que los dioses no debían haber hecho ese regalo a los hombres, para que los caballos no viesen su fragilidad). En el momento de la gloria mayor de Héctor su estrella declina y emerge la de Aquiles.

Aquiles entra en combate con toda la desmesura del héroe antiguo. Es el fuego que todo lo devora. Mata hombres y lucha contra los ríos, contra Escamandro, el río que protege Troya. En el canto XXII, Héctor huye de su suerte, dando tres vueltas alrededor de la ciudad, pues sabe que va a morir. Aquiles le sigue como un autómata. Pero los dioses ya han decidido, por intermediación de Tetis, a favor de Aquiles. Engañan a Héctor y éste se detiene y planta cara a Aquiles. Aquiles lo mata, recoge sus armas, lo arrastra con su carro e impide que lo recojan los suyos para que lo sepulten con honra. Lo deja a merced de perros y buitres. Pero los dioses preservan a los héroes. Tras los funerales de Patroclo, en que todo arde, hombres y animales vivos, Príamo, el padre de Héctor, acude en la noche a la tienda de Aquiles para suplicar por el cadáver de su hijo. Los viejos en la Ilíada son personajes secundarios, no tienen acmé (vigor), sólo palabras. Príamo le hace recordar a Aquiles a su propio padre, entonces le permite recoger el cadáver y honrarle en unos rápidos funerales. Así acaba el relato de la Ilíada, sin esa prolongación del caballo de Ulises que Virgilio se inventó en el libro segundo de la Eneida.

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¿Hay diferencias entre los héroes de la épica y los de la tragedia?

Los héroes de la épica forman parte de un relato que se cuenta en tercera persona. No tienen correlato histórico o al menos no lo conocemos. Los héroes de la tragedia forman parte de un discurso en primera persona, delante de la ciudad que les juzga. Y hay un correlato histórico, las instituciones anteriores al siglo V. Los ciudadanos griegos iban al teatro a emitir un juicio, no estético, sino total. El ciudadano aprende en el teatro lo que no ha de hacer, conoce los límites de lo humano. El teatro griego es una fiesta, la fiesta de Dionisos, dios de la transformación. El ciudadano se transforma en el teatro, no va a pasar el rato, siente la palabra con el cuerpo.

A l'entorn d'Homer. Herois al voltant de Troia. Carles Miralles.


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