domingo, 27 de mayo de 2007

Europa líquida

Zygmunt Bauman es uno de esos autores que alcanza la notoriedad de viejo. Nacido en 1925 en Polonia, después de una azarosa vida que pasa por todos los desastres del siglo XX (antisemitismo, guerra mundial, estalinismo), sólo es en el año 2000 cuando publica su famoso Modernidad líquida, metáfora que le lanza al estrellato de la sociología. Los sólidos vínculos tradicionales de la familia, el trabajo o la pareja o del propio estado estarían siendo sustituidos por relaciones fluidas o evanescentes, más que cambiar, las reglas que unían a las viejas instituciones, estarían desapareciendo.

Lo mismo pasaría con Europa, dice ahora en su Europa. Una aventura inacabada. A Bauman le ha entrado un ataque de pánico: envejecimiento de la población, deterioro económico, la marea de la inmigración, el terrorismo, la supremacía militar, económica y cultural americana. Europa se está quedando sin gas y a punto de quedar inmóvil la aventura europea de tantos siglos. Con una buena dosis de citas (el libro está construido en buena parte con frases de varios autores: Denis de Rougemont, Naomi Klein, Wolf Lepenies, Robert Kagan…) y de melancolía, se enfrenta Bauman al ser de Europa en el presente. Después de siglos en los que Europa ha conquistado el mundo con las armas, con sus productos y con su cultura (según Edward Said, en 1914 controlaba casi el 90% de la superficie habitada del planeta), nos encontramos con que apenas cuenta en el mundo. Al viajero europeo ya nadie le pide noticias de Europa, porque cada cual está sumido en sus quehaceres, dice, como si eso fuese una desgracia. Según el FMI para el 2010 tres países europeos, Gran Bretaña, Francia e Italia deberían ser sustituidos de la regencia económica del mundo por economías emergentes, pero es que también las ideas europeas palidecen frente a sistemas intelectuales más frescos. Según Wolf Lepenies, se estaría produciendo una modernización sin occidentalización, léase europeización. A la fase de expansión europea le está sucediendo otra en la que “el mundo ya no es hospitalario ni seductor, ni aventurero para los europeos.

¿Cuál es la identidad de Europa se pregunta el lacrimoso filósofo polaco? Hace un repaso somero del anárquico mundo post 11 S, cita a la Klein, elogia el gesto de ZP retirando las tropas de Irak y a partir de una ironía de Kagan, “Es hora de dejar de fingir que los europeos y los norteamericanos comparten una visión común del mundo o que incluso ocupan el mismo mundo”, Bauman propone definir la identidad europea por oposición a la de EE UU. Nada nuevo. Los EE UU permanecen presos de la historia, dice, y ejercen su poder en el anárquico mundo hobbesiano, Europa, en cambio, se mueve hacia el mundo kantiano de la paz perpetua. No podía acabar de otro modo un intelectual posmoderno, sino recriminando a EE UU la resistencia a la violencia por ineficaz y alabando la superioridad compasiva, la solidaridad de Europa con el mundo. Una sola frase ilustra el tenor de este sociólogo que se hizo famoso con un eslogan, Europa inventó las naciones, ahora ha de inventar la humanidad. Más que la modernidad parece que sea su pensamiento el que se ha vuelto líquido.

No hay comentarios: