¿Dónde reside su atractivo? Es elegante, viste con naturalidad, tan alejada de esas viejas damas de la derecha empaquetadas por las normas y el decoro, cuando no por las restricciones religiosas. Su figura espigada, 1.78 de estatura, el día de la elección en la foto de familia parecía una dama egipcia. Pero su encanto va más allá de su figura alargadiza, tiene que ver con ese ensimismamiento distante que de creer a Claudio Magris respondería al tipo del persuasivo. La seriedad o la fría sonrisa podrían indicarnos que es una mujer autónoma, segura de sí misma, a la que no impresionan los fastos del poder, que incluso los desdeña, dándose el lujo de no ir a votar en una fecha tan importante para su marido como las pasadas elecciones ("¿Convertirme en primera dama? Me parece una lata. No soy políticamente correcta. Me paseo en vaqueros y botas camperas. No quepo en el molde"), o de ese beso en los labios en público, indiferente a las miradas y a los flashes que nos habla de una mujer casada por segunda vez, pero libre, aportando dos hijas a un matrimonio complejo, en el que Sarkozy aporta otros dos y uno más fruto de los dos. Pero detrás de todo encanto hay artificio, sólo hay que raspar con la uña la superficie dorada. Hay que ver otras fotos, estudiar otros gestos para descartarlo, para romper la primera impresión. Entonces aparece la niña rica de Boulogne-Billancourt, la biznieta de Albeniz, la chica que ha vivido todo y todo le aburre, la permanentemente insatisfecha. La falta de necesidad ha hecho de ella una chica con un gran hueco y sí, ahora mejor que antes, uno se encuentra con el tipo que Magris describía en su novela, vemos en ella lo que no hay, el vacío vestido de Prada, un gran seductor.
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Las ideas si están regidas por la razón y la necesidad acaban prendiendo y a la larga fructificando, por encima del chantaje, la denigración y la corrupción moral impuesta o autoinfligida.
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Jordi Hereu. Diario Metro: “No amago res, sóc autèntic!”
¡Mensaje inequívoco a las mafias! ¿En qué difiere esto de una mentira? Los inmigrantes después de pagar una astronómica cantidad a las mafias, con la que hipotecan a toda su familia, son devueltos rotos a su país. Las mafias, ¿se darán por aludidas o seguirán mercadeando con su libra de carne? Nos siguen tomando por imbéciles.
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