Para qué sirve la literatura. Se obtiene placer frente a un texto bien escrito o frente a una historia en la que nos reconocemos o que desvela cosas que ya sabíamos pero que no llegaban a la conciencia con claridad. Quizá eso sea al principio, cuando uno es joven. Más tarde, uno desconfía de la propia literatura, de sus reconstrucciones, como en este texto, ¿cuánto de verdad hay en los recuerdos que la memoria recupera? ¿Puede uno hacerse hombre sobre la desgracia desvelada a los cuatro años, puede uno decir tan tempranamente que nunca será feliz? A lo que se ve aún hay crédito para la estética de la tristeza.
**
También los museos cuentan mentiras o se las creen o hacen que sus incautos visitantes paseen arrobados ante obras que nunca pretendieron ser artísticas, sino mas bien al contrario.
Así, el Pompidou tomándose en serio a Marcel Duchamp y abriendo una expo con una de sus burlas. Con el título Airs de Paris, hace referencia a ese pequeño frasco de cristal, vaciado de su líquido y sellado de nuevo, que Marcel Duchamp envió a sus amigos coleccionistas Louise y Walter Arensberg, un matrimonio neoyorquino, con una inscripción que les garantizaba que el contenido del mismo era genuino "aire de París".
**
Y los políticos tomando por ciertas las ensoñaciones de adultos eternamente adolescentes. El error de Tony Blair: ¿Está Escocia al borde de la independencia?
O aquellos otros que juegan con el ocio, la necesidad de emociones fuertes y la rala justicia (instinto de venganza) hacia los ricos y famosos. ¿Hacía falta todo este montaje?
Otra versión de la noticia:

No hay comentarios:
Publicar un comentario