jueves, 8 de marzo de 2007

Posmodernos


¿Esto es
otro embeleco francés?
Este Bergson es un tuno;
¿verdad, maestro Unamuno?

Antonio Machado,
"Poema de un día"


Jean Baudrillard

En la beatífica necrológica que el corresponsal de EP, en París, hace de Jean Baudrillard, dice de éste, que elaboró una filosofía sobre la crítica del pensamiento científico tradicional así como el concepto de virtualidad del mundo aparente. Y luego recoge una frase suya: “Lo que yo escribo tendrá cada vez menos posibilidades de ser comprendido. Pero este es mi problema. Estoy en la lógica del desafío”. El joven Baudrillard ya había llegado a París desde la campiña francesa con la intención clara, “romper con toda la falsa seriedad filosófica”, aunque quizá con las ideas algo confusas.

En fin, este hombre, como muchos otros franceses de su generación, Deleuze, Lacan, Lyotard, Virilio, Foucault, primero reconocidos como estructuralistas, después como posmodernos, no practicaron aquel sabio consejo de Ortega y Gasset respecto a la cortesía del filósofo, es decir, la claridad.

Por ello, fueron sometidos a un sabio correctivo cuando el físico Alan Sokal, en 1996, con el ánimo de ridiculizarlos, envió un artículo a una publicación postmoderna de asuntos culturales, Social Text, titulado Transgressing the Boundaries: Toward a Transformative Hermeneutics of Quantum Gravity (Transgrediendo los límites: Hacia una hermenéutica transformadora de la gravedad cuántica ). El artículo fue publicado y de ese modo demostró cómo los redactores de la revista se dejaban llevar por sus preconcepciones ideológicas. Sokal más tarde revelaría el engaño en otra publicación, Lingua Franca, reivindicando que las ciencias sociales también han de estar sometidas a los criterios científicos más estrictos. Sokal dijo que su artículo era "un pastiche de jerga izquierdista, reseñas aduladoras, citas grandilocuentes y rotundo sin sentido" y que se "apoyaba en las citas más estúpidas que había podido encontrar sobre matemáticas y físicas" hechas por académicos de humanidades.

Tras el escándalo montado por dicho artículo, Sokal, ahora junto a otro físico, el belga Jean Bricmont, sacó a la luz, en 1997, un libro, Imposturas intelectuales, en el que volvía a la carga contra dichos intelectuales posmodernos, acusándolos de usar con reiteración conceptos de la física y de las matemáticas, fuera de contexto, sin preocuparse por su pertinencia o sentido, y negando la importancia de la verdad. El libro, uno de los ensayos más instructivos de los últimos años, arremetía contra el relativismo y su idea de que la verdad depende de cada individuo o grupo social y que la ciencia no tiene un estatuto especial, frente a otros relatos de la realidad.

Este oscuro párrafo de Paul Virilio es buena muestra de lo que criticaban en el libro: "Cuando la profundidad del tiempo sucede , de este modo, a las profundidades de campo del espacio sensible, cuando la conmutación de la interfaz suplanta la delimitación de las superficies y la transparencia renueva las apariencias, ¿no tendríamos derecho a preguntarnos si lo que aún seguimos llamando ESPACIO no es sino LUZ, una luz subliminal, paraóptica, de la que la luz del Sol sería sólo una fase, un reflejo". O esta del propio Baudrillard, El simulacro no es lo que oculta la verdad. Es la verdad la que oculta que no hay verdad. El simulacro es verdadero.

Hay una magnífica reseña en castellano de Imposturas intelectuales. La recomiendo vivamente. También hay un buen ensayo español en el mismo año de salida del libro, en la revista Ciencia Hoy. Por supuesto, la polémica siguió y a los posmodernos no les faltaron defensores. Por ejemplo, Pascal Bruckner salió en defensa de su amigo Baudrillard, en Le Nouvel Observateur. También Le Monde salió en defensa del honor patrio.

Para acabar, Baudrillard, en una de sus primeras obras, El sistema de los objetos, dedicada a uno de sus temas favoritos, la sociedad de consumo, profetizaba la decadencia de ésta. Era en 1968. En 1991 volvió a hacer otra predicción, la Guerra del Golfo no ocurriría. Como ninguna de sus profecías se cumplía, cortó por lo sano y acabó negando que la realidad existiese, en uno de sus últimos libros, La guerra del Golfo no ha tenido lugar.

Nota al pie. Otro tuno, éste, irlandés. Dice Bono, África es sexy y la gente tiene que enterarse. Este verano se encargará de editar un número de Vanity Fair para llevar África a su portada. Quiero batir cifras de ventas, dice. ¿Cómo se llama el otro...,
Bob Geldof? ¿Qué tienen los cantantes irlandeses?

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