lunes, 5 de marzo de 2007

"Estoy dispuesto a oír tu dolor y tu indignación"

A vueltas con el tema del verdugo y la víctima. De nuevo, en el periódico, aparece un artículo, Pioneros, de Luisa Castro, que plantea correctamente el asunto: no solamente hay un estrago físico cuando se hace violencia sobre otro, también lo hay moral. Tanto la víctima como el que hace el mal quedan dañados. ¿Qué hacer para devolverles la humanidad? Bien planteado pero mal resuelto. A partir de una novela americana, Pioneros, de Willa Cather, la autora introduce un elemento de irracionalidad (incongruencia lo llama ella), debe ser la víctima quien pida perdón, porque es ella quien más lo necesita. Tiene razón cuando dice que el malvado nunca pide perdón, que lo normal es que el “malo” rechace su culpa, que proyecte sobre el otro su culpabilidad. No la tiene cuando dice que vienen las leyes y la cárcel, que el agresor ya tiene su condena de la sociedad y que de algún modo esto le redime. Sí la tiene cuando dice que es el agraviado el que necesita el perdón. A mi juicio confunde dos planos que han de estar separados, el jurídico, el que atenta contra le ley debe de ser castigado, y el moral, la necesidad de la rehumanización, tanto de la víctima como del verdugo. De Juana Chaos no va a reencontrar su humanidad perdida convirtiéndose en el héroe que el mundo abertzale necesita, tampoco sus víctimas van a conseguir despojarse del rencor mostrando su odio en la calle. Luisa Castro cree resolver el problema con esta intricada frase: El perdón sólo puede pedirlo el que puede darlo, y lo recibe el que lo pide aunque nadie se lo dé, y aunque nadie se lo pida lo recibe el que lo da. Frase literariamente interesante, a lo Marías, pero abstrusa. Es necesario el encuentro entre víctima y verdugo, claro que sí, para deshacerse del rencor o del odio, para una, para el otro, para volver a ser persona (como ocurrió en el congreso de víctimas del terrorismo hace unos meses, o cuando se vieron la hija de un diputado 'tory' y el militante del IRA que le asesinó), pero no creo que sea la política, con sus servidumbres, quien propicie el encuentro, debe ser en encuentros privados, allí donde las personas reconocen su humanidad.

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El peso de los sueldos en la economía de la UE cae a sus niveles más bajos, titula la sección económica. Los ingresos por empleado entre 1995 y 2005 sólo han crecido un 2,6 %. Sometidos al chantaje de la deslocalización y de la pérdida de la competencia los sindicatos se han ido plegando a la supuesta necesidad de la rebaja de los costes laborales. ¿Cómo es que eso sucede mientras las empresas están teniendo los mayores crecimientos de beneficios de su historia?

Este dato es del año pasado, ya viejo, después de ver los resultados de las empresas en este primer trimestre del año, pero significativo: en España la remuneración salarial ha pasado del 47,71 % al 46,12%. Los beneficios empresariales del 41,78 % al 42,25%.

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