El tema del amor a través del tiempo se despliega en tres historias cuyos sucesivos episodios se van alternando en la narración. La de Pedro y Myriam, narrada en tercera persona, la más fiel al relato original, transcurre en la selva mesoamericana. En ella, los episodios calcados del Erec y Enide sirven de marco tanto a la burla de esos jóvenes idealistas de las oenegés, que quieren salvar a quienes quizá no estén muy interesados en ser salvados, como también a la autoparodia del propio VM, cuando ironiza sobre el turismo revolucionario que él mismo practicó (Descacharrante su visita al comandante Marcos, con chorizos y butifarras por la selva lacandona).
Las otras dos historias son otros tantos monólogos interiores. El primero, el más brillante, es el del propio romanista Matasanz que cuenta el homenaje que le rinden las autoridades políticas y académicas, también con nombre propio, al final de su periplo universitario, en la literaria isla de San Simón (“Estaba yo en la ermita de San Simón / y me cercaron las olas que grandes son / ¡Yo esperando a mi amigo! ¿Vendrá?”). Matasanz prepara el discurso de recepción del premio Carlomagno sobre ese tema de si el amor puede perdurar entre personas casadas, tema que hace rodar la trama de la novela de Chrétien y alimenta los textos de los eruditos romanistas que de ella se ocupan, eludiendo la verdad aquél y metamorfoseándola éstos, como el profesor Charles Méla, cuando dicen que el amor y los héroes, y la fama del escritor, perduran en la eternidad gracias a la literatura. Pero VM, a través de Matasanz, no se engaña, y desnuda a su personaje, persiguiendo lo que fue, el seductor de 46 mujeres, ante su igual y erudita amante inglesa Myrna, a la que ya no puede satisfacer, porque aunque el deseo permanece, la potencia ya no. Esa es la tragedia del amor y del hombre, eludida en Chrètien y presente en la conciencia de derrota del hombre contemporáneo.
El tercer relato, algo confuso y no del todo funcional, es el monólogo de Madrona Mistral de Pamies, la esposa de la alta burguesía barcelonesa, que Matesanz se agenció para anclar su vida en la seguridad material. Es el relato del autoengaño que permite mantener la ilusión de que el amor perdura. Madrona se conforma con los esporádicos encuentros con su sabio marido. Decía Marie de Champagne, coetánea de Chrétien, que los amantes se lo dan todo (…) sin verse forzados por algún motivo de necesidad, mientras que los esposos están obligados, por deber, a sufrir recíprocamente el uno la voluntad del otro…Madrona, preparando la fiesta de navidad, se ve envuelta en una historia de violencia consentida y falso amor de una mujer de Ciutat Badía, casada con un empleado de un patrono putañero, a quien chantajea por dinero.
Los tres relatos confluyen en
Erec y Enide, la primera novela de Chrétien de Troyes, inaugura el ciclo artúrico, la de VM es su última novela, un año antes de morir. Aquella es ingenuamente vitalista, ésta es dolorosamente melancólica. VM escribe una gran novela, pone en juego toda su sabiduría técnica y un entramado de referencias cultas al que sabe sacarle partido mejor que nadie. Eso hizo en la que, creo, es su mejor novela, El Estrangulador. ¡Lástima que no desarrollase más esa habilidad!, pero claro su literatura más popular le reportaba pingües dividendos.
Nota al pie. Coincide esta reseña con el hallazgo arqueológico de Mantua, ese abrazo de dos amantes que ha llegado hasta nosotros 5.000 años después. ¿Amor más allá del tiempo? Desgraciadamente, no parece que la pareja lo pueda corroborar.
1 comentario:
Hola, buscando información sobre esta novela de Vázquez Montalbán, pero sobre todo, sobre la novela medieval correspondiente, he encontrado este blog y el artículo. He leído la novela de VM hace poco y lo cierto es que me gusta más como escritor de novelas negras. El tema está bien, la recreación del mito, pero me parece una novela más de las muchas novelas anodinas que se pueden leer. Y lo siento, porque soy una admiradora de MVM desde hace mucho tiempo. Si encuentro la medieval, la leeré, y supongo que me gustará más. Un saludo
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