jueves, 8 de febrero de 2007

Erec y Enide II

Retomando del clásico medieval el tema del amor que perdura a través del tiempo el Erec y Enide de Vázquez Montalbán es una reflexión sobre el amor en la época de la velocidad. En el juego de espejos que establece en su novela con la de Chrétien de Troyes, la pareja de jóvenes Pedro y Myriam, un médico y una enfermera que se enrolan en Médicos sin Frontera para sanar al mundo, equivale a la de los idealistas Erec y Enide, igualmente enrolados en el ideal de la caballería andante. El sabio romanista Julio Matasanz, que en el día de su homenaje con gran pompa en la isla galaicoportuguesa de San Simón teoriza sobre la novela de Chrétien, sería a su vez el avatar de Mabonagraín, caballero prisionero de un sortilegio, al que ha de liberar Erec venciéndolo. Ese es el juego que VM se trae con los especialistas medievales, a los que trata por igual, cita uno por uno y elogia, a lo largo de la novela, en el que supuestamente les da la razón en su idea, tan cara, de la “modernidad medieval” de esos héroes antiguos como modelos de acción. Pero no hay tal, VM da la vuelta a esas ideas tan literarias como falaces trayéndolas al tiempo de la velocidad.

El tema del amor a través del tiempo se despliega en tres historias cuyos sucesivos episodios se van alternando en la narración. La de Pedro y Myriam, narrada en tercera persona, la más fiel al relato original, transcurre en la selva mesoamericana. En ella, los episodios calcados del Erec y Enide sirven de marco tanto a la burla de esos jóvenes idealistas de las oenegés, que quieren salvar a quienes quizá no estén muy interesados en ser salvados, como también a la autoparodia del propio VM, cuando ironiza sobre el turismo revolucionario que él mismo practicó (Descacharrante su visita al comandante Marcos, con chorizos y butifarras por la selva lacandona).

Las otras dos historias son otros tantos monólogos interiores. El primero, el más brillante, es el del propio romanista Matasanz que cuenta el homenaje que le rinden las autoridades políticas y académicas, también con nombre propio, al final de su periplo universitario, en la literaria isla de San Simón (“Estaba yo en la ermita de San Simón / y me cercaron las olas que grandes son / ¡Yo esperando a mi amigo! ¿Vendrá?”). Matasanz prepara el discurso de recepción del premio Carlomagno sobre ese tema de si el amor puede perdurar entre personas casadas, tema que hace rodar la trama de la novela de Chrétien y alimenta los textos de los eruditos romanistas que de ella se ocupan, eludiendo la verdad aquél y metamorfoseándola éstos, como el profesor Charles Méla, cuando dicen que el amor y los héroes, y la fama del escritor, perduran en la eternidad gracias a la literatura. Pero VM, a través de Matasanz, no se engaña, y desnuda a su personaje, persiguiendo lo que fue, el seductor de 46 mujeres, ante su igual y erudita amante inglesa Myrna, a la que ya no puede satisfacer, porque aunque el deseo permanece, la potencia ya no. Esa es la tragedia del amor y del hombre, eludida en Chrètien y presente en la conciencia de derrota del hombre contemporáneo.

El tercer relato, algo confuso y no del todo funcional, es el monólogo de Madrona Mistral de Pamies, la esposa de la alta burguesía barcelonesa, que Matesanz se agenció para anclar su vida en la seguridad material. Es el relato del autoengaño que permite mantener la ilusión de que el amor perdura. Madrona se conforma con los esporádicos encuentros con su sabio marido. Decía Marie de Champagne, coetánea de Chrétien, que los amantes se lo dan todo (…) sin verse forzados por algún motivo de necesidad, mientras que los esposos están obligados, por deber, a sufrir recíprocamente el uno la voluntad del otro…Madrona, preparando la fiesta de navidad, se ve envuelta en una historia de violencia consentida y falso amor de una mujer de Ciutat Badía, casada con un empleado de un patrono putañero, a quien chantajea por dinero.

Los tres relatos confluyen en La Alegría de la Corte, chalet de la costa del Maresme, homónimo del jardín mágico del hechizado Mabonagraín, para celebrar la navidad con gran melancolía. Pedro y Myriam tornan de misión apaleados. Madrona, junto con el falsario amor de la chica de Ciutat Badia, ha descubierto por boca de su triste amante médico, la ruina que ha sido su vida y la muerte que le llega a plazo fijo. Y el sabio Matasanz, perdida la amante inglesa y su potencia, constata la futilidad de la Biblioteca de 20 000 volúmenes en la que ha vivido hechizado. No queda espacio para la ilusión, pues. Vivente mors obrepit, iuvenique dum quota sit quaeritur, hora fugit… Con ese epigrama renacentista se despide el romanista de su familia y de este mundo, A hurtadillas le llega la muerte a lo vivo, la vejez a lo joven; mientras preguntamos ¿qué hora es?, esa hora pasa. Se puede pues comprender que al sabio profesor Méla no lo acabase de cuadrar la revisión de los mitos medievales por parte de VM, con esa ilusión suya de que el amor, la vida, perdura en la literatura.

Erec y Enide, la primera novela de Chrétien de Troyes, inaugura el ciclo artúrico, la de VM es su última novela, un año antes de morir. Aquella es ingenuamente vitalista, ésta es dolorosamente melancólica. VM escribe una gran novela, pone en juego toda su sabiduría técnica y un entramado de referencias cultas al que sabe sacarle partido mejor que nadie. Eso hizo en la que, creo, es su mejor novela, El Estrangulador. ¡Lástima que no desarrollase más esa habilidad!, pero claro su literatura más popular le reportaba pingües dividendos.

Nota al pie. Coincide esta reseña con el hallazgo arqueológico de Mantua, ese abrazo de dos amantes que ha llegado hasta nosotros 5.000 años después. ¿Amor más allá del tiempo? Desgraciadamente, no parece que la pareja lo pueda corroborar.

1 comentario:

Sarashina dijo...

Hola, buscando información sobre esta novela de Vázquez Montalbán, pero sobre todo, sobre la novela medieval correspondiente, he encontrado este blog y el artículo. He leído la novela de VM hace poco y lo cierto es que me gusta más como escritor de novelas negras. El tema está bien, la recreación del mito, pero me parece una novela más de las muchas novelas anodinas que se pueden leer. Y lo siento, porque soy una admiradora de MVM desde hace mucho tiempo. Si encuentro la medieval, la leeré, y supongo que me gustará más. Un saludo