lunes, 5 de febrero de 2007

Elites y masas

Más de mil personas, en su mayoría civiles, murieron la semana pasada en Irak. Y 27 en cuatro días, 80 en un mes, en las calles de Gaza, por choques entre milicianos palestinos. ¿Qué interés pueden tener esos civiles que se manifiestan llenos de odio, que son los que acaban muriendo, en apoyar a uno u otro bando? Está claro que los dirigentes de las distintas facciones tienen objetivos políticos, acaparar poder. Por ello luchan, pelean por tener el mayor número de partidarios, la base sobre la que sustentar su poder. Pero la gente del común, ¿qué gana haciéndose partidaria de los unos o de los otros? Contribuir de buena fe apoyando a unos frente a otros acaba convirtiéndose en un acto suicida. ¿Qué separa a Hamas de Al Fatah, a los chiítas de los sunitas? Y casi siempre ha sido así a lo largo de la historia. Los intereses de las élites, el sufrimiento de las masas. No hace mucho leí que en la guerra civil española apenas participó el 20 % de la población, un 10 % por cada bando. El resto fueron espectadores y víctimas, y probablemente igual les daba para el normal o anormal discurrir de su vida que ganasen los unos o los otros. De modo parecido pasa con la actual confrontación política en España. Las grandes manifestaciones antiterroristas en Madrid, la ciudadanía dividida, la ciudadanía arrastrada. Qué más nos da a la gente del común una posición política u otra, ¿acaso cambia tanto la vida cotidiana si manda el PSOE o el PP? Los histéricos ideologizados de un lado y los de otro ponen el grito en el cielo, ¡No es lo mismo!, ¡No es lo mismo! En el fondo todo se reduce al acomodo de las élites políticas y económicas, que utilizan a las masas sin escrúpulos. Lo que debería diferenciar a Obiang de Zapatero o Rajoy es la democracia, es decir la transparencia en la administración de las cosas comunes. El petróleo ha elevado la renta por habitante en Guinea Ecuatorial a 20.000 dólares, pero casi todos los guineanos viven en la miseria. El oro negro sólo fluye a las cuentas de Obiang. La dictadura permite ese atraco. En una democracia como la española no debería de haber apenas diferencias en que nos administrase Zp o Rajoy, Montilla o Mas. Sin embargo los media, con sus propios intereses, presentan las leves diferencias como si nos fuese la vida en ello. Y los manifestantes que acuden a las calles de Madrid o a las de Bilbao entregan su alma por que los gobierne uno u otro. Sólo valoraremos lo que la democracia significa, el respeto del adversario, el pacto político, el consenso, la no imposición de la forma de organizar un país sin alcanzar un acuerdo con la mayoría, la responsabilidad de quien incumple la ley, si alguna vez la perdemos.

Notas al pie. 1. Esta frase de la ínclita Inma Mayol en el acto de su proclamación como alcaldable. Trabajará, dice, por construir una ciudad “inclusiva, cotidiana y ecológica”. Puro chamanismo e insignificancia.

2. En el ranking de la construcción de viviendas sociales por autonomías, las tres primeras son: País Vasco, Navarra, Madrid (una de cada cinco viviendas iniciadas). Las tres últimas: Cataluña, Canarias, Baleares (sólo el 5 % de los pisos iniciados). Cita de El País: Las autonomías tradicionalmente gobernadas por la derecha son las que mayor esfuerzo relativo han hecho -grosso modo- por impulsar la vivienda de protección oficial en España en los últimos cinco años. El mundo al revés: comunidades como Andalucía y Castilla-La Mancha se sitúan por debajo de la media, y Cataluña está en el furgón de cola, según se desprende de los datos oficiales del Gobierno.

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