Parsifal crece sobreprotegido por su madre en medio de un bosque, pero la abandona, y al hacerlo le ocasiona la muerte por dolor, para ser un caballero en la corte del Rey Arturo. Se encuentra con el caballero rojo al que mata para, robándole caballo y armadura, ser él mismo caballero. Gurnemanz le enseñará las reglas de la caballería y el comportamiento cortés. Convertido al modo artúrico en el caballero perfecto llega al castillo del rey pescador, Anfortas, el guardián del Grial, gravemente enfermo. Allí ve la lanza ensangrentada y el Grial, que según el relato no es una copa, sino una piedra de la que misteriosamente surgen alimentos y bebidas. Como no hace la pregunta adecuada, ¿en qué consistía la enfermedad de Anfortas?, como en Chrétien, a la mañana siguiente se encontrará en el castillo sólo y abandonado. Aparece entonces un curioso personaje, Cundrie, un ser deforme, tanto física como mentalmente, una bruja, que maldice a Parsifal por sus pecados y por no haber hecho la pregunta correcta. Parsifal se pierde durante cuatro años, solitario, en una búsqueda imposible del Grial y de la espiritualidad perdida. El libro sigue entonces las aventuras de Galván, el caballero que sí triunfa en sus acciones. Parsifal, por fin, en un viernes santo, se encontrará con un ermitaño que le introduce en la fe católica y le ayudará a obtener el perdón de sus pecados con sus enseñanzas, que completan las de su madre y las de Gurnemanz, dando así fin a su educación caballeresca. De ese modo se convertirá en el rey del Grial. Este Parsifal de Wolfram von Eschenbach es el que Wagner retomará unos cuantos siglos después para darle la popularidad definitiva.
Nota al pie. Un asunto que hay que seguir. Mohammad Yunus, el impulsor de los microcréditos en Bangladesh, entra en política. Hasta el nombre de su nuevo partido me gusta, Citizen's power.
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