Sobre
Spinoza
A
diferencia de Moisés o de los profetas, el de Tarso había adoptado los métodos
de un filósofo: había debatido con sus oponentes y sometido sus enseñanzas al
juicio de otros. La crítica de Spinoza al judaísmo, por mucho que se vistiera
con un tono de distancia académica, era, a todas luces, cristiana. Admiraba a
Pablo tanto como lo había hecho Lutero; lo consideraba el apóstol que había
llevado a toda la humanidad las buenas nuevas de que los mandamientos de Dios
estaban escritos en sus corazones.
Spinoza
mantenía este tono de asombro. Identificaba la libertad - la causa que valoraba
por encima de todas las demás y a la que había dedica toda su carrera - directamente
con «el espíritu de Cristo».
Cuando
los cuáqueros predicaban que era la luz interior lo que permitía
conocer la verdad y los colegiantes, que era Cristo, ambas comunidades
allanaron el camino para Spinoza. Todos ellos, confiaran en el Espíritu Santo o
en la razón, o en ambos, habían soñado con la resolución de las disputas
sectarias para siempre, y todos ellos habían fracasado.
Sobre
Diderot
Aunque
era ateo, Diderot era demasiado honesto como para no reconocer cuál era la
respuesta más probable. “Si hubiera un Cristo, os aseguro que Voltaire estaría
entre los salvados”.
Sobre
la Revolución Francesa
¿No
era la libertad que proclamaba la Revolución la misma que había proclamado
Pablo? «Vosotros, hermanos, fuisteis llamados a ser libres». Este, en
agosto de 1789, había sido el texto leído en el funeral por los hombres que, un
mes antes, habían perecido en el asalto a la Bastilla, la gran fortaleza de
París que había brindado a la monarquía francesa su prisión más
intimidante.
La
Vendée
«Matadlos
a todos. Dios reconocerá a los suyos»: esa había sido la orden que, según
se contaba, había dado el legado papal ante las murallas de Béziers. El general
enviado a pacificar la Vendée a principios de 1794 dio a sus tropas
instrucciones de atravesar «con la bayoneta a cuantos habitantes os
encontréis. Sé que puede haber unos pocos patriotas en esta región, pero no
importa: debemos sacrificarlos a todos». Como consecuencia, un tercio de la
población de la región moriría: unos doscientos cincuenta mil civiles. Mientras
tanto, en la capital, la ejecución de los condenados como enemigos del pueblo
estaba siendo retratada por el terror revolucionario en tonos que evocaban
claramente a las Escrituras. El bien y el mal se enfrentaban en la batalla
definitiva.
El
islam, que
tradicionalmente había significado para aquellos que lo practicaban una mera
actividad de sumisión, debía moldearse, rehacerse y transformarse en algo muy
distinto; aunque, por supuesto, este no era un proceso que hubiera empezado en
2015. Durante un siglo y medio, desde el apogeo del colonialismo europeo, se
había acelerado. Su progreso podía medirse por el número de musulmanes en el
mundo que aceptaban que las leyes escritas por humanos estaban por encima de
las leyes de Dios; que la misión de Mahoma había sido religiosa y no política,
y que la relación de los creyentes con su fe era, esencialmente, algo privado y
personal.
Feministas
blancas
Cuando,
en octubre de 2017, las líderes de la Marcha de las Mujeres organizaron una
convención en Detroit, un panel de conferenciantes en particular no dio abasto
para atender a todos los que querían asistir. «Frente a la mujer blanca»
ofrecía a las feministas blancas la oportunidad de reconocer su privilegio,
confesar sus pecados y conseguir la absolución. Era la oportunidad para que las
ricas y las educadas abrieran los ojos, para que miraran de frente a la
injusticia, para que despertaran de verdad. Solo a través del arrepentimiento
se obtendría la salvación.
¿Por
qué el cristianismo vuelve? Los domingos, Lux de Rosalía, Ayaan Hirsi Ali lo
explica aquí.
Hay
que recordar el mensaje de Pablo de Tarso:
Toda ley alcanza su plenitud en este solo
precepto: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo".

No hay comentarios:
Publicar un comentario