martes, 28 de octubre de 2025

Una casa llena de dinamita (2025)

 


 

En su última película, Kathryn Bigelow juega con la idea de la catástrofe nuclear. Es verosímil y debería poner a la humanidad en alerta. Cuántas veces podrían destruir la humanidad y la mayor parte de la vida las armas almacenadas en los silos nucleares. Tantos países pueden apretar el botón. Tantos psicópatas al mando. Tantos incidentes casuales podrían ponerlas en marcha inesperadamente, iniciando el proceso imparable de destrucción. ¿No deberíamos estar asustados? Durante la Guerra fría se difundía la idea de que las armas nucleares eran una fuerza de disuasión, un arma tan temible que nadie querría iniciar una guerra. Sin embargo, en el corazón de Europa, Putin, el asesino de masas, ordena la muerte sin temor a que le ataquen. Hace la guerra y enseña sus dientes nucleares.

 

Otras humanidades antes que la nuestra desaparecieron - los neandertales, los denisovanos, los heilderbergensis -. No sabemos con exactitud lo que sucedió, si fue una guerra o si fue una peste. Nuestra estancia en la tierra no está asegurada; de hecho, llevamos menos tiempo en ella que las anteriores humanidades. Pero increíblemente estamos bailando sobre el filo.

 

Kathryn Bigelow es una maestra del thriller. En su historial tiene un puñado de buenas películas. Entre ellas, Días extraños (1995), K-19: The Widowmaker (2002), En tierra hostil (2008), La noche más oscura (Zero Dark Thirty) (2012) o Detroit (2017). Me sorprende comprobar que es más mayor de lo que yo me pensaba (1951).

 

En Una casa llena de dinamita (2025, Netflix) el aparato político y militar de Estados Unidos se ve sorprendido por un misil que va derecho e imparable hacia Chicago. La película se ve sin pestañear, puro cine de acción, bien interpretado y mejor montado. Pero la pregunta inicial sigue ahí. La deja en el aire.


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