El grupo se divide entre los que van a hacer snorkel junto a las tortugas en una pequeña bahía de la isla de Sao Vicente - han vuelto encantados -, y los que hemos preferido pasear por Mindelo: las lonjas de pescado, de verduras, de tela y objetos de regalo, antes de coger un avión a hélice para en 40 minutos llegar a la isla de Sal.
Vista desde el cielo Sal es una isla sin accidentes, plana, apenas interrumpida por cuatro o cinco picachos áridos- Monte Grande, con 406 metros es el de mayor altitud - arena blanca, dos ciudades pequeñitas, Espargos y Santa María, y unos pocos pueblitos costeros. Unos 35.000 habitantes en total.
Vista desde tierra, Sal es una batucada continua, al menos hoy, el día en que Cabo Verde ha conseguido su mayor éxito deportivo, participar en el próximo Mundial de fútbol. Comíamos una pizza - en Pizza Art - en la avenida peatonal cuando un griterío ha salido del interior de casas y locales para celebrar los tres goles que les han clasificado: banderas, gritos y abrazos y el salto de la rana típico del lugar. Entonces ha comenzado la batucada sin fin, un no parar ensordecedor.
Sal es una isla pequeña, rodeada por un perímetro playero de 122 km y un interior arenoso con algo de vegetación rastrera y nada de arbolado. No hay sierras ni montañas que capturen la humedad. Unos 38.000 habitantes. Una desaladora abastece de agua a los turistas que se alojan en grandes hoteles españoles. Llueve de 6 a 8 días del año. El turismo está en aumento: se construyen resorts, hay locales de moda y muchos restaurantes de diferentes partes del mundo. ¿Por qué? Por sus playas de arena blanca y aguas cristalinas, el principal destino turístico de Cabo Verde.
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