miércoles, 23 de julio de 2025

Voluntad de poder

 

 


Cuando nos preguntamos, qué mueve a los políticos más allá de su retórica sobre el bien común, enseguida sale el instinto de poder. Los políticos son individuos como todos en busca de un destino. Si hozamos en el inicio de sus biografías se ve como la mayoría de los "grandes hombres" tantea en distintas direcciones hasta dar con la que les ofrece la mayor probabilidad de triunfo. En los años 30 del siglo pasado muchos de ellos comenzaron en el socialismo para acabar en el fascismo. Acabada la guerra ocurrió justo lo contrario, nazis convertidos en demócratas.

 

¿Pero se conforman con el ejercicio del poder una vez que lo han obtenido? Los fieles pensarán que el líder que han elegido, o que siguen incondicionalmente, está ahí para satisfacer sus necesidades, las del pueblo. Aunque por lo general las expectativas siempre son defraudadas, queda un amplísimo círculo que no cejará en su fe. Hay un espacio para el análisis al que no todo el mundo está invitado: se autoexcluyen los fanáticos y los partidarios. Damos por supuesto que el líder es el primer creyente, ¿pero es así? En todo caso, ¿en qué consiste la fe del líder? ¿Cree en la realización de la Promesa o solo cree en sí mismo?

 

Tomemos un ejemplo. Ningún régimen político debería ser más inmaterial que el sustentado en la fe de la salvación. Aunque todos los regímenes políticos se sustentan en la fe y religan a sus fieles con la Promesa, el que se diga cristiano o islámico debería cuidar como supremo valor la igualdad de los hermanos en la fe, el desdén por la acumulación de riqueza material, la austeridad material del líder espiritual. Es lo que no sucede con el ayatolá Ali Jaminei. Un grupo de periodistas de investigación le ha calculado una fortuna personal estimada entre 100.000 y 200.000 millones de dólares construida sobre confiscaciones de bienes y empresas fantasma. Léelo aquí.

 

La voluntad de poder aúpa a los líderes, la fe de sus seguidores les mantiene, pero no basta. Pronto levantan un sistema de terror para paralizar a sus adversarios. Sucedió con el fascismo, con el comunismo y ahora con el islamismo. La guerra acabó con el nazismo y el fascismo, pero es habitual que las dictaduras bajo terror duren décadas a la espera de su implosión. No sorprende por ello que los iraníes sometidos al terror islamista celebren el bombardeo del país por Israel.

 

A la codicia del poder se une pronto la codicia económica. Una codicia que no casa con la fe que predican en la Promesa. La vulgaridad del líder, su rastrera materialidad, la materia fecal de la que está hecho se muestra en sus chanchullos: tiene tan poca fe en la promesa de la vida eterna o del paraíso en la tierra que lo primero que hace es acumular riquezas.  Utiliza su poder antes que nada para hacerse rico. Sucede incluso en los regímenes de democracia. Preguntémonos por qué medios se han hecho ricos nuestros presidentes o consejeros: Felipe González, Aznar, Zapatero, Bono, Pepiño Blanco, Montero, si antes de ostentar cargo público, no tenían fortuna. Quizá haya una diferencia entre utilizar posición y contactos para hacerse rico y ponerse a robar directamente mediante mordidas y estafas.



1 comentario:

Anónimo dijo...

En regímenes amenazados por Occidente como Rusia, Venezuahifa ela, Irán o Corea del Norte o incluso Marruecos, una de las maneras que tiene el régimen de no sucumbir a la amenaza es tener una gran red de lealtades internas que se basa no solo en la ideología sino en elr.epaeto de grandes riquezas entre esa gran red local. Si no fuera así a la mayoría no les valdría la pena los sacrificios que supone estar amenazados , no poder salir del país o caerían en la tentación de ser sobornados por occidente. Una de las razones que explica la solidez de esos regímenes al contrario de la facilidad con que han caído otros es que el poder aquí se encarga de contentar a muchas familias , eso manteniendo la lealtad y hace difícil a occidente sobornar o alentar a las fuerzas armadas a una rebelión porque los oficiales y sociedad civil están también premiados con ese reparto grande de poder económico . Quizá el.error de Assad y Gadaffi fue no contentar a una red tan amplia de familias y poderes fácticos como existe en marruecos , irán, rusia o Venezuela , la red no se concnetra solo en el entorno del líder sino en todas las regiones, eso hace que para los que controlan el país y no solo el líder el cambio de régimen suponga perdida de poder económico , la inteligencia de estos regímenes es no haber con limitado ese reparto de ganancias a su entorno sino a una amplísima red en irán pro ejemplo son los ayatollahs repartidos por todo el país con familias extensas y saben que su modo de vida depende de la continuidad del régimen , Assad y Gadaffi no fueron quizá tan astutos confiando en si solos y no queriendo quizá por orgullo contentar a redes tan amplias incluso de enemigos naturales , la monarquía alauita tiene una de estas redes que se llaman majzen, el franquismo tenía lo mismo por eso las mismas familias que dominaban antes dominaron después en democracia como demuestra maestre en su libro franquismo sa y fue una transición amistosa , lo único que podría conseguir occidente en regímenes así es ese tipo de transición donde nada cambia y todo sigue igual pero ni siquiera eso interesa a esos regímenes porque aperturismo sería perder poder . Ahora en europa no existen regímenes así porque la ganancia de más élites no viene del país o de una red local sino de adjudicaciones públicas y nóminas que vienen de europa con fondos y subvenciones , se deben a Bruselas y no a un régimen interno , no hay mucha diferencia aquí el regimen es Bruselas también con us ideología particular una mezcla de liberalismo y extrema derecha chauvinista eurocentrica