miércoles, 2 de julio de 2025

Pecios

 

 


Y si solo hay tiempo. Sentados, miramos hacia fuera o hacia adentro, no estamos quietos. Nos ponemos de pie, hacia la ventana. Caminamos fuera mientras la mente va dibujando el paisaje cambiante según giramos a izquierda o derecha o damos la vuelta atrás. Las hojas se mueven. Los árboles no están quietos. Las sombras que huyen y vuelven. Ponte un poco más acá, un poco más allá, debajo de la rama del árbol o en la zona despejada. Todo va cambiando a medida que te mueves. Y cómo cambia si te subes a una bici a una moto o un coche a un tren a un avión, si es de madrugada o en la plenitud del día, en el crepúsculo o en la anochecida. El paisaje es un lienzo que vas pintando. Qué lienzo es ese. Estamos aprendiendo. Qué diferente es todo cuando nos movemos. No dejamos de hacerlo. Tú mismo eres lienzo. ¡Mira tus manos! ¿Acaso no son diferentes de la última vez que te fijaste en ellas? No tienes más que mirarte en las superficies reflectantes. Ayer por la tarde, esta mañana. No existe el instante, esa ilusión, pues ya ha pasado, tampoco el presente. El tiempo es la materia que nos constituye, el lienzo. 

 

Somos estados de tiempo. La historia del universo se repite en nosotros. Hubo un comienzo gobernado por el azar. Cualquier momento en el que giramos es distinto, aunque lancemos anclas para fijarlo. Tendremos un final que no gobernamos.

 

Aquello en lo que más confiamos, la consistencia de las cosas a través de las que nos movemos, es lo más incierto pues no es más que un dibujo cambiante, ya te digo, basta que te gires un cuarto para que cambie la superficie del lienzo o que pases unos segundos después sobre el mismo suelo para que veas que ya no es el mismo. Solo hay una cosa fiable, el transcurrir. Creíamos que era el espacio, es el tiempo

 



Veo un gurriato a mi paso más quieto que yo. Cuando era niño otros de mi edad tenían carabina y disparaban. Yo no la tenía, ya nadie lo hace. Ves esta flor tan ufana tan amiga del viento. Ahí están los restos de la verbena de anoche, ya no los cuerpos, ya no el fragor. Pecios.

 


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