domingo, 4 de mayo de 2025

Llueve en la app

 


El cielo está nuboso al despertarme. Miro en la aplicación el mapa de situación que me dice que la nube con amenaza de lluvia se desplaza hacia Andorra. Así que me dirijo con la bici en dirección contraria, hacia el este, hacia el parque marítimo del Prat, detrás del aeropuerto. Si vuelvo la cabeza, veo que, efectivamente, la nube oscura cubre el macizo del Garraf. Allí llueve con intensidad, por donde voy, la lluvia ha pasado.

Me cruzo con runners, una chica y un chico, a cuyos cuerpos el ejercicio continuado ha dado forma. También con muchos ciclistas. El cuidado del cuerpo es para muchos la actividad más preciada. ¿Qué hay del cerebro?

Los científicos dicen que la capacidad craneal se está reduciendo. Dicen lo mismo los test de inteligencia. Que los hombres tomados uno a uno vayan perdiendo inteligencia no significa que en la humanidad ocurra lo mismo. Los procesos tecnológico-culturales que hemos puesto en marcha nos ofrecen capacidades inauditas, de increíble precisión. La humanidad se conoce a sí misma y al universo como nunca antes lo había hecho. Sin embargo, cada vez somos más dependientes de esos procesos, a los que se ha llegado por la suma de pequeños o grandes hallazgos de individuos o comunidades más o menos aisladas. Se podría derivar que la humanidad es cada vez es más inteligente y los individuos cada vez más idiotas. La humanidad ensambla el móvil en el que estás leyendo; tú lo compras y lo usas, haces scroll sobre las notificaciones que te llegan, pero qué sabes de los conocimientos científicos y técnicos que nos han traído hasta aquí. Del ensamblaje de la mayor parte de los objetos que nos hacen la vida fácil nada sabemos; en caso de apagón prolongado, la vida sería difícil, cómo nos las apañaríamos.

La humanidad se está partiendo en dos: los que controlan esos procesos, aunque individualmente no acaben de entender cómo funcionan, y los consumidores sin más. Aquellos son cada vez más ricos y poderosos y están llegando a pensar que el mejor modo de gobierno del mundo es un nuevo autoritarismo para solventar el entontecimiento general. El grueso de la humanidad, millones, no necesita conocimientos, no necesita afinar su inteligencia. Si lo necesario para vivir está a la mano con unas pocas rutinas básicas nos basta. Máquinas biológicas de consumir. Nada en el horizonte que merezca la pena para los muchos, más allá de la pura materialidad, tan solo una vida de consumo. Si la vida se torna repetitiva y aburrida, sin horizonte de significados, la humanidad carecerá de futuro, se agotará en sí misma.

Mientras escribo, al final del trayecto, con las pistas de despegue y aterrizaje al otro lado, empieza la llovizna que va ganando en intensidad. Hago mi viaje de regreso bajo la lluvia, la lluvia que según la aplicación debería encaminarse hacia el Garraf, el Vallés, Andorra y Francia. Parece que, inopinadamente, ha girado hacia el mar y hacia Barcelona. A la altura de Gavá sale el sol. Al llegar a casa miro otra vez la aplicación, dice que está lloviendo, sin embargo, el suelo está casi seco, aunque es evidente que ha llovido, ahora no lo hace.


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