Sri Lanka tiene tres parques nacionales marinos, 17 PN en total, uno de ellos la isla Pigeon, con una superficie de 471,429 ha. El nombre le viene de la paloma bravía que la ha colonizado. Pero su atracción principal son los arrecifes de coral que atraen a los turistas para hacer snorkel. La isla se utilizó como campo de tiro durante la era colonial y sufrió el paso del tsunami del Índico en 2004.
Trincomalee (Trinco), dicen las páginas 'hayquever', tiene uno de los puertos naturales más bonitos del mundo que atrajo por su calado y belleza a muchos navegantes de la historia. En los textos sagrados hindúes aparece como Gokana y el templo de Shiva es uno de los más venerados, pero los turistas pasan de largo hacia las playas de Uppuveli y Nilaveli, como hemos hecho nosotros, por cierto. Siete veces ha sido colonizado antes de que llegasen los británicos en 1795. Se conservan en buen estado las murallas del fuerte Frederick, en cuyo interior está el templo hindú.
Cuesta creer que en esta bahía, en 1792, tuviese lugar una gran batalla entre las flotas de Gran Bretaña y Francia a causa de la independencia de Estados Unidos. Quién diría que a Estados Unidos lo defendía Francia frente a Inglaterra. Pero así de vueltas da historia.
Carmelo y yo hemos pasado del snorkel y gracias a un tuk tuk nos hemos venido a la ciudad. Hemos tenido la suerte de que en el Kandasamy Kovil hubiese ceremonia. Los fieles celebraban que el sacerdote llenase de pétalos de loto el lingam de Shiva o Swayambhu ('el nacido por sí mismo'),
antes de que este saliese con la bandeja de fuego y pusiese en la frente el bindi a los hombres y el tilaka a las mujeres (la gota o punto) a la altura del sexto chakra, que es el chakra de la sabiduría. Después entregaban las ofrendas y a cambio recibían un coco purificado que a la salida estampaban contra una roca.
Con tiempo merece la pena el gran fuerte de Frederick. Es de pago pero es difícil encontrar la taquilla para pagar. Construido y reconstruido por los sucesivos colonizadores, actualmente, combina el acuartelamiento militar, bastante descuidado, con la ruina. Al mismo tiempo es un parque nacional por el que corretean los bambis. Desde lo alto de la fortaleza hay magníficas vistas sobre el puerto pesquero de Trincomalee.
Menos interesante ha sido el Museo de historia naval, un edificio abandonado por los británicos y restaurado con pocos recursos: unos cuantos paneles explicativos, unos pocos cañones y armas, unas maquetas de la evolución de los barcos de guerra, insignias y charreteras de la armada srilanquesa. En la St. Mary's Cathedral el cura católico sermoneaba a los fieles en inglés; la misa recordaba a rituales ya olvidados, con monaguillos vestidos con hábitos impropios para el calor tropical.
El tuk tuk nos ha llevado de un lado para otro, esperando lo que hubiese que esperar. Al acabar se ha ofrecido a llevarnos a un lugar de aguas termales. Pero estaba lejos y estábamos cansados. Por la tarde hemos hecho una ruta improvisada por los alrededores de la alargada laguna Sinnakarachchi hasta su desembocadura en el océano. Durante todo el día se ven barrenderos en los senderos y zonas de playa de los hoteles y resorts, recogen sus plásticos , pero el resto es una inmundicia.
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