1. La edad media preservó la cultura antigua al copiar las grandes obras latinas. Creó una rica literatura en lenguas románicas, fundó universidades, innovó en técnica.
2. Desapareció la esclavitud rural, aparecieron las comunas libres que negociaban el impuesto a pagar al rey. Se separó el poder temporal del espiritual.
3. La parroquia, la cofradía, la clase social integraban y protegían al individuo pero también excluían, aunque los herejes y las brujas sufrieron más persecuciones en los siglos siguientes, XVI y XVII.
4. En detrimento del régimen señorial, la administración del Rey, sus tribunales y fiscalidad, ganaron terreno en los siglos XIV y XV. El rey juraba respetar libertades y fueros.
5. El romanticismo contribuyó a la idealización de la Edad Media: Chateaubriand, Víctor Hugo, Viollet-le-Duc, Walter Scott, los pre-rafaelitas, Wagner. Hoy se difunde la moda de los mercados y fiestas medievales. En fin, el medievalismo.
6. Él Medioevo, como cualquier periodo histórico, no es negro ni rosa, abarca todos los matices.
(Este es el resumen que Martin Aurell hace de la Edad Media).
¿Fue ignorante, fanática, misógina, xenófoba, violenta la Edad Media? ¿No estamos presos de la virulenta reacción contra la mirada romántica que idealizó ese periodo?
¿Ignorante? Miremos al monje reclinado en su escritorio copiando las obras de los Santos Padres que llegaba de la antigüedad, pero también la de filósofos y éticos antiguos. ¿ Cómo calificarla de inculta si allí nació un poderoso movimiento filosófico llamado escolástica y poco después las primeras universidades? ¿Misógina? Ahí están Leonor de Aquitania o Hildegarda von Bingen para desmentirlo. ¿Violenta? En las batallas medievales moría poca gente comparada con las actuales; los caballeros tenían su código de honor. ¿Las cruzadas? Los francos y demás europeos se asentaron en las costas del Mediterráneo oriental, se vistieron, comieron y adoptaron usos semejantes a los de sus supuestos enemigos los musulmanes. ¿Teocrática, inquisitorial? Ahí está la disputa entre el papa y el emperador, fueron los Reyes católicos quienes ejercieron su autoridad inquisitorial.
Martin Aurell un medievalista catalán afincado en Francia se empeña, en este libro, en desmontar los tópicos que arrastramos sobre la Edad Media. Si miramos los documentos legados por el medievo, es posible que nuestra visión sobre el periodo deba ser corregida, pero los documentos son de parte, de las élites y sus escribanos. Hubo reinas como Urraca de León y Leonor de Aquitania, líricas como María de Francia, pero ninguna de ellas se doblaba para arrancar una mata de garbanzos o para limpiar las narices de los mocosos. Las órdenes mendicantes se ocuparon de los miserables, pero existieron las leproserías y se expandió el antisemitismo: hubo pogromos terribles como el de 1391 (“bautismo o muerte”), que Aurell no menciona. ¿Cuánta gente participaba del amor cortés, transmitido por los trovadores, cuántos podían leer los cantares de gesta o las novelas de Chrétien de Troyes?
Aurell distingue entre la caballería, impregnada de valores cristianos y las matanzas, torturas y mutilaciones de la Baja Edad Media. En un periodo tan largo como el que abarca la Edad Media es lógico que hubiera avances importantes desde la agricultura al comercio, de la medicina a la enseñanza, con la aparición de las universidades, aunque no los suficientes para evitar la gran catástrofe de la peste negra que se llevó a un porcentaje altísimo de la población. Es cierto que desapareció la esclavitud rural masiva, de base romana, pero cedió su lugar a la servidumbre que, en muchos aspectos, era peor. ¿Comenzaron las cruzadas como peregrinaciones a Tierra Santa para degenerar después? Sin duda, es la edad del románico y del luminoso gótico, de las coloristas vidrieras y de las escuelas catedralicias y de la escolástica, de las ferias y de las fiestas, pero también de la inquisición, de la persecución de los herejes y de los autos de fe.
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