Romántico paisaje de pinares
en los abruptos Cárpatos,
tus valles admirables y montañas
no iluminan mis sueños.
Es en el llano extenso como el mar
donde mi hogar está
y mi alma libre vuela como un águila
por la estepa infinita.
Desde lejanos árboles frutales
se alza la bruma azul
y unas torres remotas se dibujan
como iglesias de niebla.
SÁNDOR PETŐFI
Por la 'bruma azul' de la mañana, tras abandonar la barroca Sibiu, emprendemos viaje hacia la llanura transilvana para buscar la huella del poeta romántico en las pequeñas colinas donde se alza la Iglesia fortaleza de Biertan y el pueblo medieval de Sighisoara.
Durante un breve periodo medieval, unos meses de 1600, Miguel el Valiente (1593-1601) logró gobernar sobre los tres principados de Valaquia, Moldavia y Transilvania, ocupados antes y después por potencias extranjeras como otomanos, sajones, húngaros o polacos. Ese hecho, en el imaginario colectivo, llevó a la idea de que Rumanía era un país que tenía que ser unificado en una sola nación. Un sueño que se iría haciendo realidad en etapas sucesivas: en 1866 Moldavia y Valaquia formaron el reino de Rumanía bajo Carol I. Y solo en 1918 los transilvanos se unieron a la unión en la Asamblea Parlamentaria de Alba Iulia. También lo hicieron Bucovina y Besarabia. La primera partida hoy entre Rumanía y Ucrania; la segunda se convirtió, tras la segunda guerra mundial, en la actual República de Moldavia, que, a su vez, perdió Transnistria tras la caída de la URSS.
Los reyes húngaros habían promovido el asentamiento de colonos sajones en Transilvania para defender la frontera oriental. Así surgieron poblaciones con iglesias fortificadas. Es el caso de Biertan y de las ciudades vecinas como Sighişoara, Sibiu o Mediaş. El conjunto de pueblos y ciudades sajonas es patrimonio de la humanidad.
Biertan es un pueblo de bonitas casas sajonas agrupadas alrededor de la Iglesia fortaleza. Tejados rojos con los típicos óculos en forma de ojo, altas torres de vigilancia y, lo más llamativo - pensé que era un chiste que nos contaba Emil -, la casita 'cárcel' - así denominada por el cura local que la impuso - para parejas infelices.
Se encerraba a las infelices para que conviviesen obligatoriamente compartiendo un lecho pequeño, un solo plato, un vaso y una cuchara, con el objetivo de hacerles la convivencia tan difícil que pidiesen salir lo antes posible, aceptando seguir casados sin rechistar. El sistema funcionó aceptablemente, eso nos dicen, porque no hubo rupturas matrimoniales durante 300 años.
La Iglesia tiene un magnífico retablo, un políptico de 1483, dedicado a la vida de la Virgen.
Entre la Iglesia católica de Sighișoaray la bellísima torre medieval que se empezó a construir en 1280, está la estatua que recuerda la muerte del poeta nacional húngaro, y transilvano por matrimonio, Sandor Patöfi. Se cree que murió a los 26 años en la batalla de Segesvár, hoy Sighișoara.
Como contraste, en Sighișoara nació Vlad Tepes, el empalador, (1428 - 1476), héroe rumano y famoso en el este de Europa por su crueldad, antes de que inspirara al irlandés Bram Stoker para crear la figura de Drácula.
Târgu Mureș, o Mercado del río Mures, es nuestra última parada, una ciudad de origen medieval en torno a los 120.000 habitantes, con una fuerte población húngara. A lo largo de la historia ha basculado entre lo magyar, lo rumano y lo otomano. La convivencia ha sido difícil. Aún se recuerdan los enfrentamientos étnicos violentos entre húngaros y rumanos en marzo de 1990, poco después de la caída del régimen comunista. Orban contribuye concediendo la nacionalidad húngara y el voto a los transilvanos de origen magyar que lo soliciten.
Aparte de las inevitables iglesias de distintos cultos -una que reproduce la basílica de San Pedro a menor escala y una ortodoxa hecha de hormigón-, el edificio más significativo es El Palacio de la Cultura, una construcción de 1911, en estilo art nouveau.
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