viernes, 5 de julio de 2024

De Sardón a Tordesillas

 


Nos las prometíamos felices al salir de Sardón. El camino del canal ancho y limpio, hasta Tudela pensábamos. El sol se deshacía en colores en el prisma del agua, los tordos, los mirlos, las ardillas se asustaban a nuestro paso. Pero tres o cuatro kilómetros después el camino se ha estrechado convirtiéndose en una senda fluvial, recorriendo la ribera del Duero, una senda que al poco se ha ido transformado en sendero y más tarde en paso que iba perdiendo forma cuando las zarzas, los matojos lo han ido invadiendo: los brazos se han llenado de arañazos, era difícil saber que había detrás de una subida, detrás de una curva, si íbamos a caer al agua, llevando a menudo la bici en andas, hasta que ha llegado el momento aventura.




Un árbol de grueso tronco y mil brazos obstruía el camino. Hemos mirando en todas direcciones por ver por donde salir. Salir de la trampa en que nos habíamos metido era imposible: a la derecha el río, a la izquierda una ribera infranqueable, deshacer los kilómetros hechos implantable. Hemos arrastrado la bici por el suelo reptando con ella para poder salir de esa barrera natural. Hay una página web que informa -deberíamos decir desinforma- sobre la senda del Duero. Cómo es posible que no señalen los tramos intransitables. Se supone que alguien la lleva y cobra por ello.





Al llegar a Tudela no sabíamos cuál era la mejor forma de seguir, hasta que hemos dado con un abuelo, que llevaba a su nieta de la mano, que se ha ofrecido a conducirnos con el coche por delante hasta el camino del canal que, ahora sí, estaba expedito desde Tudela hasta Laguna. Por nuestra cuenta no hubiesemos dado con él. Desde Laguna otro hombre, este en bici, nos ha acompañado hasta el carril bici que lleva de Laguna al Pinar de Antequera y de aquí a Simancas. 



Tomándonos un café he creado mi propia ruta con el connect, por caminos desde Simancas a Tordesillas siguiendo básicamente el Camino del Tratado. Hacía calor pero soportable. Por fin una etapa sin tocar un kilómetro de asfalto. 



En Tordesillas hemos tirado de menú en el restaurante Avenida con unos judiones con oreja riquísimos. Después siesta, no nos quedan ganas para visitar las ciudades o pueblos.


Por el por la tarde, el partido. ¿Cómo seleccionan a los comentaristas, por qué gritan tanto, por qué no paran de hablar para decir obviedades o directamente tonterías? ¿Por qué en cualquier dirección que uno mire falta sensibilidad e inteligencia? ¿Por qué no respetan a quien les oye?

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