martes, 25 de junio de 2024

Emily (2023)

 


Solo por la primera escena y la secuencia final sabemos que la Emily de la película es la creadora de Cumbres borrascosas. Sí se suprimiesen tendríamos una heroína de la libertad de pensamiento, de expresión y sexual, la creación de un guionista y un director que quiere reflejar el estado de la cuestión femenina hacia mediados del siglo XIX. De hecho, se toma muchas libertades para lograrlo. En la película, Emily empieza a escribir su gran obra tras la muerte de su hermano, además, la publica con su nombre. No fue así, ya la tenía escrita y la publicó con un seudónimo, Ellis Bell. El asunto principal es que la película, Emily, no es un biopic, una biografía cinematográfica de la autora. Emily padecía algún tipo de trastorno emocional que con los datos que nos han llegado es difícil de diagnosticar. Tenía grandes dificultades para el trato social, para mantener relaciones continuadas con otras personas fuera de su casa. Lo pasó muy mal el año que acompañó a Charlotte al internado de señoritas de Bruselas. Salía poco de casa y se encerraba cuando veían extraños. Se ha especulado con que tuviera asperger o algún tipo de trastorno obsesivocompulsivo.


Por eso es inverosímil el juego pasional al que se entregan el coadjutor de su padre, William Weightman, y Emily. En la vida real fue el amante de su hermana Anne. Más inverosímil resulta todavía la relación de Emily con su hermano Branwell más allá del afecto, de deseo. Es evidente el intento del director y guionista Frances O'Connor por crear un personaje a la vanguardia de la lucha feminista: rebelde aunque con mesura ante la autoridad del padre, que afirma su personalidad frente a las convenciones, practicante de la libertad sexual y atraída por su hermano.


La película exhibe el espíritu romántico que envolvía a los jóvenes lectores de Byron y Shelley. Las tres hermanas, leían y escribían poesía, convertían sus pulsiones y acciones en material poético. Eran constantes sus salidas de casa para comulgar con la naturaleza, el viento, la lluvia, el verde paisaje, los montes. En una de esas escenas, el coadjutor y Emily desde lo alto de un cerro gritan una y otra vez, libertad de pensamiento, libertad de pensamiento. Incluso se lo escriben como leyenda en el antebrazo. A ese espíritu romántico no le falta el lado oscuro: los amantes se entregan pasionalmente, pero también recelan de su amor, temen el castigo divino o la falta de entrega. En otra escena paroxística, reunidos alrededor de una mesa, las hermanas, el hermano y el cura, Emily se cubre el rostro con una máscara y se convierte en medium de la madre muerta provocando una escena de terror, recuerdo de las atmósferas góticas que gustaban tanto a aquellos jóvenes, rememorando una de esas noches que crearon mitos románticos como el Conde Drácula o la criatura de Frankenstein.


Así que la Emily de la película se parece poco a la Emily Brontë real. Sin embargo, recrea muy bien lo que imaginamos que pudo ser la vida de una de aquellas jóvenes cultas y románticas que están en el inicio de la revolución feminista. Hecho en falta, sin embargo, la recreación del carácter complejo de Emily a través de los personajes de su novela, que pudieron ser inspirados por el relativamente pequeño círculo de gente que conocía.



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