lunes, 6 de mayo de 2024

La vida en latas

 



¿En qué momento sientes que la vida te ha dejado atrás, que ha cambiado sin que lo hayas percibido, descompasado como el maratoniano que se queda minutos por detrás sin ver los aplausos y la fiesta que recibe al ganador o cuando despiertas en un lugar que no esperabas? Me han cambiado el mundo, dices, pero quizá es que te has mantenido en una ensoñación durante demasiado tiempo. ¿Se producen los cambios de forma imperceptible o hay una frontera que traspasamos? Viajamos en un vehículo fabricado en otro tiempo del que no hemos podido saltar o modernizar, el vehículo de la edad.


Hay un choque difícil de asumir cuando percibes que estás viviendo en otra época, como si saltases del elemento líquido que te ha rodeado desde que tomaste conciencia del mundo a una atmósfera de aire, los pulmones han sustituido a las branquias y los seres vivos ya no se impulsan cimbreando su cuerpo sino agitando las alas. Muchos como tú echan de menos el líquido elemento, se agitan torpes en el suelo dando bocanadas.


Lo peor es que en los tiempos de plenitud despreciabas el modo de ver y actuar de quienes no vivían y sentían como tú. La superioridad de entonces se ha convertido en la inferioridad de hoy. La superioridad de los libros, de la escritura y la lectura, la reverencia a los grandes hombres del pasado.


Veo en fotos o vídeos bibliotecas de hombres ilustres, pecios de un tiempo pasado, un tiempo breve en la escala de la humanidad, importante sin duda, pero breve. La oralidad que ahora se recupera cubre muchos más años, antes y después de la imprenta. Veo a Bach, Beethoven y Mozart en las estanterías, a Homero, Dante y Lorca: héroes de un patrimonio que ya no tiene el valor que yo le daba. Resonarán sus ecos durante mucho tiempo pero los serios auditorios donde la gente los escuchaba en silencio se irán extinguiendo o transformando en otra cosa. Mira la apoteosis de Taylor Swift, (no es la música, es el espectáculo). Quién se pone un traje oscuro y bien cortado para escuchar a Bad Bunny. Recuerdo cuando mi madre, siendo un niño, me llevó al sastre para que me hiciese un traje. Beethoven era la música, Cervantes y Shakespeare la literatura. Ya no son de la nuestra, representan otra época. Decía George Steiner en una entrevista póstuma:

No he entendido, por ejemplo, que el cine, en cuanto nueva forma de expresión, podía revelar, talentos, creativos y nuevas visiones mejor que otras formas más antiguas, como la literatura o el teatro.

Uno puede vivir enlatado o dejarse mecer por los sonidos que la vida va generando. Ahora escucho una canción de María Jiménez y me doy cuenta de que en la música que desprecié estaba la música y la poesía que despertaba las emociones más intensas, desvelando mejor la vida, representándola mejor. El error consistió en pensar que la vida se podía enlatar. Cuánto tiempo perdido. Aunque uno puede recluirse, por qué no, en los sonidos de Las Huelgas que ahora oigo. No será moderno, pero quizá vivirá en paz consigo mismo. No será moderno. Mira el vídeo que antecede a este comentario y lo comprenderás.




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