jueves, 16 de mayo de 2024

La música de mayo




He bajado del Norte con una extraña felicidad pegada al cuerpo. Peña Ubiña, Huelna, el museo de Bellas artes de Oviedo, de las chovas piquigualdas que huían de la tormenta al ansia de lluvia de los campos de Castilla. El verde de mayo se extiende en todas direcciones. Como ha llovido, hay agua, humedad y crecimiento. La vida es un retortijón de la tierra que revienta: flores, cantos de pájaros, nubes preñadas. Hasta Valladolid en bus, acompañado, desde Burgos el coche se ha ido deslizando por los brotes verdes del cereal. El mundo está lleno de cosas, un almacén inabarcable. Es un sinsentido la tristeza o el pesimismo, al menos en días como este. Solo tienes que reducir la vista panorámica al palpito de lo particular. Mira oye ama. La vida se te ofrece, ámala. Hay alguien que es como tú, que piensa en ti, que te espera, que se complementa contigo. Estate atento. Un tropel de músicas me acompaña, subrayando lo que veo, lo que recuerdo, lo que imagino. La sarabanda de Nicola Matteis, Apelo de Baden Powel por Yo Yo Ma... Y al final, casi como un milagro, Silvia Perez Cruz y su Mañana.


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