domingo, 23 de julio de 2023

Chatarra política

 

No nos damos cuenta de la suerte que tenemos de poder votar. De que nuestro voto sea secreto sin que ningún vecino por encima del hombro pueda ver qué votamos y vaya a contarlo. Qué suerte que el sistema impida que un político o un partido se apoderen del poder y no lo suelten durante décadas.


Solo nos falta que en las listas electorales pudiéramos discriminar entre los nombres, a quienes queremos y a quienes no.

También, y esto ya es más personal, que se nos libere de las campañas electorales y que si hay debates sean entre políticos de segundo nivel para que las ideas aparezcan desplazando a los eslóganes divisivos que generan polarización


En las campañas la mala ciencia o la buena ciencia mal divulgada o interesadamente divulgada se convierte en chatarra política. De esa chatarra se nutren los vendedores de crecepelos electorales. 


Escuchando a debatientes y propagandistas, hablando de clima (Clima), sexo (Género), la Ciencia es un icono en el altar, para ellos la ciencia como método no existe. Ni siquiera los que parecen argumentar con lógica (la lógica del discurso no la falsación científica) pueden desechar sus prejuicios cuando ponen su nombre al servicio de la propaganda política. 


No ha habido confrontación de ideas, de proyectos de país, de soluciones ante graves problemas, solo infecciosos eslóganes e interesadas mentiras.


Por lo menos el voto es libre y secreto.

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