Megalópolis con hechuras de ciudad, Bangalore. Hay mucho tráfico aunque a ratos parece ordenado; hay aceras en muchas calles, y limpias relativamente; hay parques y grandes áreas verdes, aunque con un cierto descuido que quizá vaya a cuenta del proceso de aprendizaje más que al del descuido; hay grandes templos hindúes y grandes mezquitas, como si hubiese una competencia para ocupar más espacio (los muecines se dejan oír a las horas convenidas); los tuk-tuks y los coches pitan algo menos. Bangalore es la ciudad de la tecnología, el Silicon Valley de la India, puede que dos millones de personas, trabajen en ello. En el censo de 2011 sumaba, en total, 9 millones de personas (18, hoy, nos dicen, cifra evidentemente exagerada). Acuden de todos los lugares del país en busca de trabajo en ITE.
Los ingleses lo tuvieron difícil para conquistar la meseta del Decán donde se sitúa Bangalore (cuatro guerras necesitaron) y las tierras del sur dominadas por el sultán Tipu, con fama de cruel tanto como de culto, característica que acompañaba a los mogoles. Aunque su capital era Mysore aquí, en Bengalore, dejó un bonito Palacio de Verano construido en madera de teca. Tipu lo disfrutó por poco tiempo porque lo acabó de construir en 1791 y murió en batalla en 1799. Tras la muerte de Tipu, los británicos desmantelaron el trono, recubierto con láminas de oro y con incrustaciones de piedras de esmeralda, y subastaron sus partes porque era demasiado caro para que una sola persona lo comprara entero.
Por el colorido que tanto les gusta a los indios es destacable el mercado de flores.
Yendo a visitar al gran toro hindú con templo propio nos hemos topado con una ceremonia en otro templo justo al lado. Celebraban el día en que un niño entraba a formar parte de la casta de los bramanes como sacerdote del templo.
No hemos podido ver el gran palacio de Bangalore porque es lunes y está cerrado. Como tampoco este día ha sido el mejor para visitar el Jardín Botánico Lal Bagh o "El jardín Rojo", de unos 970.000 m² de extensión. Parque alrededor de una gran roca con templo en la cima, un lago, especies tropicales, entre ellas enormes mangos, en esta época sin fruto, un jardín de bonsáis, y una colección de esculturas de madera que simulan grandes tótems. Uno de sus reclamos es el invernadero donde se hacen exposiciones florales, ahora en obras.
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