domingo, 23 de mayo de 2021

‘Que duren un poco más antes de que te pongas a cuestionarlas’

 



Fue embriagador hallar una industria donde no solo había un futuro, sino donde la misma industria aseguraba ser el futuro y punto” Frente a la industria editorial, donde la única posibilidad de éxito es “heredar, casarse con alguien rico o esperar a que tus colegas se rindieran o murieran”, el universo de las start-ups, donde jóvenes sin experiencia estaban al mando. “Llegar y que hubiera dinero para tajar y nada más que oportunidades… Sentías que era demasiado bueno para ser verdad. Era ese tipo de cosas que quieres que duren un poco más antes de que te pongas a cuestionarlas”. Anna Wiener.


A los treintañeros les cuesta asimilar la realidad: un trabajo hijos una familia responsabilidades. Se nota cuando la generación que está en el poder desfallece y la nueva quiere ponerse en su lugar. Justifican la necesidad del relevo en que el mundo está mal hecho y ellos vienen a arreglarlo. Pienso en ello mientras me las apaño con productos propios de treintañeros: un libro de Anna Wiener sobre el poder en Silicon Valley, la película First Cow y un artículo de la filósofa cordobesa Remedios Zafra. Es poco material pero da una idea. La premisa o la conclusión, da igual, de los análisis o intuiciones de los adanistas es que el mal reside en el capitalismo, y, afinando un poco, en el neoliberalismo. Lo que quieren decir es que el mundo está gobernado por el poder y que para ellos el acceso no les ha sido tan rápido como esperaban. Que todos estamos en medio de un entramado de poderes es una obviedad que hay que vestir de diferente modo cada vez. Cada uno estamos sometidos a algún tipo de fuerza ya sea de la ley o la autoridad, y a la vez ejercemos algún tipo de poder sobre nuestros hijos, en nuestra profesión o en algún grupo informal. Lo primero lo reconocemos, lo segundo lo solemos obviar. Lo que chirría es describir el mundo como una afrenta personal. El mundo está mal hecho es injusto hay que revolucionarlo porque no responde a mis expectativas. Lo es, está mal hecho y es injusto. Por eso, desde que el homo sapiens tiene conciencia lo ha ido adaptando y reformando. En cada generación hay ganadores y perdedores. La nueva generación que pugna por sustituir a la anterior no procede de los perdedores sino que son hijos de los que en la anterior ocasión habían ganado: sustituyen a los padres o a los tíos o los abuelos. Anna Wiener señala a los plutócratas de Silicon Valley, hombres sin limitaciones, pero no ve que las oportunidades de las que ella ha gozado se sustentan en privilegios. Cerca de donde ella vive y trabaja está la frontera que separa a los verdaderos perdedores. Será extremadamente raro que alguno de ellos o de sus hijos tenga las oportunidades que ella ha tenido. Pero eso no lo puede ver.


El mundo fantasmático que describe Remedios Zafra en Elogio del párpado, influida por la sociología francesa, es colorista, con la falsa brillantez de quien espera impresionar a sus pares. El mismo día que lo publicaba, Fernando Múgica, de otra generación, escribía en el periódico de la competencia La casa desolada, sobre cómo una generación construye un mito, la nación vasca, y destruye a una población. En la misma generación estaban los ganadores y los perdedores. Desde su porción de poder y privilegio Wiener y Zafra abren una ventana por la que mirar el mundo: privilegiados y ofendidos en el mundo de la tecnología. En el lado de su ventana no hay desarrapados -si aparecen es como fondo retórico- ni sociedades destruidas por los mitos construidos con sangre. Sería de mal gusto que un guatemalteco o la hija de un asesinado por Eta se presentasen bajo su ventana. De First Cow hablaré otro día.


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