jueves, 15 de abril de 2021

Cada miércoles se deposita una cagarruta

 

Aunque el actor principal ha hecho mutis por el foro en Washington, la política es ahora mismo el espectáculo de la política. Van der Leyden sin silla en el plató de Estambul. Putin hinchado de esteroides tras una mesa con extensiones rococó. Johnson con el pelo alborotado en un dispensador de vacunas. Si todos los espectáculos de la política son tristes, el más triste de todos es el del hemiciclo español. Palabras. Si apagáramos los receptores para solo ver el moverse de los labios y el agitar de brazos entenderíamos lo mismo. Como siempre hay gente ociosa y aburrida, y necesita un mínimo de excitación, a la que hay que añadir todos cuantos viven del espectáculo, que son multitud, siempre habrá quién escuche y preste un mínimo de atención aunque solo sea para que en él oscile el indicador de la vida. Así que estamos condenados a pagar y sufrir ese espectáculo tedioso que debería llenarnos de bochorno. El frenesí gestual y fónico está destinado a hacer creer que se hace algo aunque los actores saben que si se acercasen al hombre que ha desechado de sí la bastardía política serían recibidos con un puntapié. Ha dejado de tener interés describir a los fantoches, ya ni siquiera son de carne y hueso sino figuras de trapo, guiñoles que se agitan por sí mismos pues tienen incorporados mecánicamente los automatismos necesarios para sonreír y mostrar ira, para susurrar o alzar la voz. De igual modo enunciar los problemas del presente, ya se ha hecho muchas veces y repetir cansa y degrada, banaliza el problema y desgasta la inteligencia de quien lo hace. La agitada espiral de las aguas sucias antes de precipitarse en el sumidero. Alguien habrá entre los malos guionistas que se encargan de la farsa que piense que los problemas terminarán por arreglarse por sí mismos y que, en todo caso, si distraemos una millonada de las rentas del futuro, pues nuestros nietos o aún no han nacido o carecen de voz para protestar, ayudará a aliviar el desastre. Mientras tanto, cada miércoles, o es el martes, en la sesión plenaria del Congreso, sus señorías depositan una cagarruta de cabra.


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Mientras tanto, Bernie Madoff ha muerto. Todo su afán.



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