martes, 26 de enero de 2021

Proliferación anormal (Homo Sapiens)

 



"Ningún otro primate ha tenido nunca el peso que ponemos sobre el planeta en semejante grado. En términos ecológicos, somos casi una paradoja; gran tamaño y vida prolongada, pero abundantes hasta lo grotesco. Somos una plaga”.


Una proliferación anormal es un aumento notable y repentino de la población de una especie y en un periodo de tiempo relativamente corto, algo que ocurre en algunos animales pero no con otros. Ocurre con algunas especies de insectos lepidópteros (polillas y mariposas) como la oruga de tienda y la lagarta peluda. Pero solo un 2% de los lepidópteros conoce proliferaciones anormales. Desde que el homo sapiens surgió hace 200.000 años hasta el año 1804 la población humana aumentó en mil millones; entre 1804 y 1927, aumentó en otros mil millones; en 1960 ya éramos tres mil millones; después, cada 30 años hemos ido aumentando en otros mil millones; en octubre 2011 llegamos a los 7.000 millones. A día de hoy, mientras tecleo hemos alcanzado la cifra de 7.841.661.995. Un incremento explosivo en un periodo de tiempo relativamente corto, un caso único en la historia de los mamíferos y en la de los vertebrados en general y ni siquiera somos un grupo sino tan solo una especie de todos los mamíferos. "Cuando el homo sapiens superó la cifra de seis mil millones, es posible que ya hubiéramos excedido unas 100 veces la biomasa de cualquier especie animal de gran tamaño que haya existido jamás sobre la tierra", dejó dicho Edward O. Wilson).


¿Qué pasa en la naturaleza con las proliferaciones anormales? Llega un momento en que se interrumpen, más tarde o más temprano de forma gradual o de repente. En el caso de colapsos repentinos y recurrentes es posible hallar un factor: las enfermedades infecciosas. Los virus desempeñan ese papel en el caso de las poblaciones de insectos forestales, como en alguna especie de oruga: el virus de la poliedrosis nuclear, VPN, infecta, cuando proliferan de forma anormal, mediante epizootia, a las orugas de tienda y a la lagarta peluda, una polilla marrón (lepidópteros forestales). Cuando el VPN las infecta se funden, se deshacen. El proceso de cómo acaban los vírus del VPN con las lagartas peludas es impresionante y aterrador. Aconsejo leer el capítulo que David Quammen le dedica en Contagio, el último. Literalmente las funden. Las orugas "pillan el virus y acaban deshechas sobre una hoja". El virus aumenta su prevalencia generación tras generación y en dos o tres años extermina a la totalidad de la población. "Las polillas desaparecen y todo lo que queda es el virus. A veces hay tanto virus que puede verse una especie de fluido gris gotear por la corteza". ¿Es posible la analogía? Si el homo sapiens es la plaga más importante del planeta Tierra durante el último par de siglos, si ningún otro animal de gran tamaño ha llegado a ser tan abundante, si no tenemos precedente, ¿hemos de esperar un desplome como el de la población de lagartas peludas? Algunos lo creen. Juan Fueyo, que trabaja en ingeniería genética de virus en EE UU, acaba de publicar Viral. Comienza así: “Es muy posible que un virus asesine a 3.500 millones de personas en los próximos diez años”. “Puede venir un virus que combine la facilidad de contagiarse de la gripe con la capacidad de invalidar a los supervivientes que tenía la polio y con la facilidad que tenía el virus de la viruela para infectar a los niños”. “Las pandemias han sido cuatro veces más frecuentes en los últimos 50 años y han experimentado una explosión en los últimos 10”.


Cuando David Quammen escribió Contagio, años antes del covid-19, hablaba de potenciales virus apocalípticos y entre ellos contaba el de la gripe (la gripe estacional suele causar unas 250.000 muertes al año). De los tres tipos de gripe, todos caracterizados por una cadena de genoma simple de ARN, el más preocupante es el influenzavirus A. El H1N1 (las letras por las iniciales de las moléculas, hemaglutinina y neuraminidasa, y los números por los subtipos, 144 combinaciones posibles, que son las llaves para entrar y salir de las células) causó la mortandad de la gripe de 1918-1919 (50 millones), pero el H1N1 como tal, solo fue identificado en 2005. Una epidemia de gripe en 1957 mató a dos millones de personas y otra en 1968 a un millón.


Lo que hace al virus de la gripe tan problemático es su mutabilidad, como de hecho cualquier virus ARN: los errores continuos en el proceso de copia de letras individuales del código, así como el reordenamiento accidental de segmentos genómicos completos entre viriones. Como la ocurrencia de mutaciones es constante hace falta vacunarse contra la gripe cada otoño.


Los reservorios de la gripe están en las aves marinas (charranes, pardelas), aunque es en los cerdos dónde se reordenan, recombinándose los distintos subtipos. Uno de los que nos puso en vilo no hace mucho fue el H5N1 o virus de la gripe aviar, una variante del virus particularmente agresiva que contra todo pronóstico infectó a humanos, con una tasa de letalidad del 33%. Tenemos la suerte de que el contagio en este caso se produce directamente de las aves. Aún no ha encontrado un modo eficaz de pasar de una persona a otra. ¿Qué sucedería si una nueva configuración genética lo hiciese altamente transmisible entre humanos? "Mientras el H5N1 esté campando por el mundo hay una posibilidad para el desastre. Existe el riesgo teórico de que adquiera la capacidad de transmitirse de un ser humano a otro. Si se da el caso, ya podemos rezar" le decía Robert Webster, el mayor especialista, a David Quammen.


Si tuvimos éxito en la erradicación de la viruela, primero, y de la polio, después, fue porque ninguna de las dos son enfermedades zoonóticas, cosa que no ocurre por ejemplo con la malaria y las demás enfermedades de origen zoonótico imposibles de erradicar. Hemos aprendido un montón de cosas gracias a la teoría microbiana de la enfermedad, a la teoría darwiniana de la evolución, a menudo ignorantes una de la otra, a la moderna ecología y a la biología molecular, pero no podemos controlar nuestra estrecha interrelación con los demás seres vivos, Sí que podemos controlar nuestro comportamiento, como especie y como individuos.



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