jueves, 14 de enero de 2021

Dos buenas pelis y una mala

 


The Souvenir (2019)


Con guion y dirección de Joanna Hogg, aparentemente esta es una historia convencional, parecida a otras muchas ya narradas. Una estudiante de cine conoce y se enamora de un individuo mayor que ella, con cierto misterio a su alrededor. El enamoramiento, el primero de la chica, se va convirtiendo en obsesión. Sabe que lo mejor sería olvidarse pero no lo abandona a pesar de que descubre cosas que no le gustan, pide dinero a sus padres para dárselo, se muestra atenta, servicial. Lo que hace a la película singular es la realización. En parte me recuerda al cine de la nouvelle vague francesa. La cámara no se detiene en primeros planos, más bien medios o largos, tampoco frontales, salvo en ocasiones, entrando poco a poco en los personajes, construyéndolos con fragmentos, mostrando el espacio en que se mueven o charlan, dejando que el silencio aparezca. Todo ellos salpimentado con reflexiones sobre el arte y la construcción de las obras artísticas, con escenas de la obra en marcha que rueda la protagonista. El espectador no es un mero mirón, se le exige que participe en la reflexión. Es llamativo ver a la actriz protagonista haciendo de hija de Tilda Swinton, su madre en la vida real. Otra de esas obras estrenadas en el 2020, como la sueca Om det oändliga (Sobre lo infinito) que debería quedar para volver a ella.




Bliss (2019)


Esta película es una alucinación. No importa lo que sucede, lo que nos cuenta: una joven pintora atascada en una obra una noche decide probar una sustancia nueva, fuerte, distinta, punk. A lo largo de 80 minutos (se agradece la contención) lo que vemos es el desvarío de la mujer en escenas casi siempre nocturnas, en medio de una excitación sin freno: alcohol, sexo y desvarío. La historia es simple, si uno quiere seguirla ve posesión diabólica con extrema violencia vampírica y derramamiento de sangre o mera imaginación de una mente que implosiona, El espectador ha de dejarse llevar por esa alucinación, hacerla suya. Puede que a algunos les recuerde la psicodelia de los 70 y 80. El creador de esta película, Joe Begos, no quiere contarnos una historia guionizada, literaria, a lo que estamos acostumbrados, ¿a lo único que estamos acostumbrados en esta edad del conservadurismo visual, mental y vital?, sino cine. El cine es básicamente imágenes, música, luz e interpretación. Y eso es lo que vemos, una mente desbocada que ha perdido el oremus. No solo la actriz qué representa a la pintora poseída por la droga sufre un proceso alucinatorio, también la cámara, la luz, el color, los diálogos, todo una representación onírica. ¿Hace una reflexión el director sobre el arte como proceso alucinatorio? Es en las obras ambiciosas donde se expande la conciencia.



La increíble historia de David Copperfield (2019)


Al contrario, esta es una de esas pelis que me he tragado porque alguien dejó escrito que estaba entre las mejores del año. Nada más incierto. Leí que trataba con humor la historia de Dickens mil veces llevada a la pantalla. No lo he visto. Por supuesto, el humor deben encontrarlo en la adaptación de la historia al buen rollo correcto que quieren que respiremos por decreto: eso es lo que la hace insoportable. ¿Por qué tienen que coger un clásico y retorcerlo a su gusto? Que hagan sus propuestas nuevas, que describan la realidad según sus ojos y que lo confronten con el público. Empalagosa, cursi, kitsch. Pues eso, aburrimiento. (Movistar). También sale Tilda Swinton (lo único destacable de la peli).



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