jueves, 4 de junio de 2020

Paris, 1972


No sé por qué lo recuerdo ahora, quizá porque buscaba imágenes de París de 1972 (por ahí podría seguir el hilo de este relato, aunque es la imagen más que el relato lo que se me impone). Salía yo de la estación de metro de Saint-Lazare, ¿qué hacía yo allí, solo, adónde iba, tan al norte de la ciudad? El caso es que se me acercó un hombre, algo más bajo que yo y bastante más viejo, ahora ya no diría que lo fuese tanto porque yo ya lo soy más que entonces él, que ya murió, recuerdo cuándo vi en el periódico el anuncio de su muerte, un día de junio de 1985, no creo que llevase un cigarrillo en la boca, o quizá sí, pero sí que iba en camisa, remangada, de un solo color, beige o verde oliva, pues debía ser julio, me preguntó algo, no sé qué, y luego, si sabía quién era, si lo reconocía. Pues no, le dije. No pensé entonces que alguien tuviese tal necesidad de reconocimiento que fuese preguntando por la calle sobre su fama o quizá eran otros los motivos y yo no los adiviné (como me ha pasado otras veces y por ahí podría seguir otro hilo del relato). Michel Audiard, me dijo, ¿sabes ahora quién soy? Le dije que sí, que hacía películas. Y entonces, sin conocerme, me explicó que allí mismo había rodado y con qué actriz o actrices y así fue devanando su filmografía, allí de pie, contra la barrera modernista de las escaleras que se hundían en la estación, no sabría decir si obra de Guimard o no, hasta que debió ver que mi interés por lo que me contaba o por él mismo era relativo y se despidió sin gracia o yo no lo supe ver y yo seguí tan desorientado o ausente de mí mismo como a menudo pienso que lo he sido, incapaz de tomar partido por algo relevante que me fijase, que me alzase, que me significase. Pero ¿cómo hilvanar todo eso, Yvette, Bruno, la Danone, Carla, el apartamento de Boulevard de Clichy, François, Clarice Lispector? ¿Dónde están todas esas cartas? ¿Qué habrá sido de ellos? Incluso el nombre de la chica de quien más cerca estuve, cuya conexión más se prolongó he olvidado. Mierda.

Sí, ahora sé a qué venía, por esta frase que se me ha ocurrido esta mañana y que he hecho circular: Dime cómo andas de nostalgia (cuáles eran tus ideales cuando tenías 20 años) y de resentimiento (quién te los ha frustrado o quién crees que te los ha frustrado) y te diré cuál es tu marco de pensamiento.



No hay comentarios: