sábado, 14 de marzo de 2020

Matonismo



Hay un aparato de propaganda muy bien engrasado que intenta imponer su visión, su prejuicio, su fe por todos los medios, desde la burla y el desprecio hasta el matonismo, un enorme bullying político y social. No defenderé aquí a los partidos que lo sufren, me pongo en la posición del ciudadano común. Desde las redes sociales, los programas de entretenimiento y los informativos, también desde los atriles del poder, se convierte en objeto de mofa al disidente o al excéntrico y si persiste y sus argumentos son poderosos se le asocia a aquello que para la población es lo indeseable: al franquismo, a Trump, al neoliberalismo, a la derecha trifálica, al machismo. Tal es la humillación, que la mayoría no tarda en agachar la cabeza, evaporarse o aceptar la conminación. En el otro extremo del espectro con sus medios, que son mucho menores, se intenta hacer algo parecido, pero ahora mismo no son el principal enemigo de la libertad, aunque es posible que lo terminen siendo. Otra forma de acallar las opiniones disidentes o críticas es decirle al crítico que ahora no toca, que hay una prioridad, que ya llegará el momento, pero ese momento nunca llega. Y por supuesto está la desinformación, la mentira, la manipulación de la realidad para mantener a los fieles. La fase más aguda de acoso es el matonismo: acoso, escraches, pintadas y si se le pilla a mano, insultos, escupitajos. Se hizo en el País Vasco, el independentismo lo hace en Barcelona y se hace en Madrid. Y aún hay otro matonismo que no se ejerce sobre una persona sino sobre la colectividad, por medio de la presión social, son las grandes manifestaciones, como la del 8M, o las multitudinarias del 11S catalán de cada año, donde solo cabe una opinión y una fe, y donde no son bienvenidos los críticos. Esas manifas se presentan cómo si fuesen la única forma de defender una causa o como si solo hubiese una causa que defender. Ese matonismo colectivo está dirigido contra la parte de la población que no acepta la fe expresada o es tibia, se le conmina a que se calle o se quede en casa, no son bienvenidos y se le hace saber que es lo peor de lo peor.

Hay toda una serie de individuos que han hecho de ello, del matonismo, su profesión, una forma de vida muy bien pagada, denigrar, insultar, humillar, mofarse de las creencias, de las opiniones, incluso de la apariencia de quienes consideran enemigos, desde presentadores de programas a cantantes hip-hop, incluso apoyados por jueces que valoran su libertad de expresión pero no la dignidad de los ofendidos, aunque no tengan iguales plataformas donde expresarse o que no tengan ninguna. Esta asimetría ha acabado en dominio asfixiante de una ideología de matones que no tiene quien la replique.

Necesitamos preservar un espacio intermedio, una tercera España entre el totalitarismo soft dominante en los medios y el totalitarismo que se anuncia, un espacio de la libertad. Crea tu voz propia, no dejes que otros lo hagan por ti, incluso si estás adscrito a la España azul, a la roja, a la negra o a la morada habla, escapa de las consignas y habla por ti, sin temor a que tu opinión sea excéntrica, rara, desacostumbrada. Necesitamos tu voz. Dirás que no es forma de defender la libertad si la dejamos en manos de los muchos, cada uno a su aire, descamisado por decirlo así, sin pertenencia, pero es que de ahí le viene la fuerza a la libertad, una cacofonía de voces que irá seleccionando las más razonables, las más libres, las más veraces.

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