Todo
va sumando, no es sólo la baja calidad de los dirigentes (inútiles
gestores), el periodismo de propaganda, la educación pobrísima, los
intelectuales conformistas, los lectores, los ciudadanos que se
acomodan a lo que ven y oyen, la falta de voluntad de conocer más
allá de lo obvio, el nulo espíritu crítico. Todo eso ha conformado
un país no preparado para eventos extraordinarios. A otros países
también les está ocurriendo. El ecosistema no es diferente. Pero
mirad los números, el diferencial, las
cifras relativas.
La
sanidad, hay
que
acordar,
la mejor del mundo. Nuestros políticos
se ufanaron de construir grandes hospitales con el mejor material y
los instrumentos más modernos. Nos deslumbró, nos atendían,
nos curaban, nos cuidaban. Estaba bien, cómo negarlo. Pero olvidaron
algo más importante y mucho más barato, la prevención. Ni siquiera
cuando se veía llegar. Pasaron cuatro meses, desde el
noviembre
de Wuhan, y no previeron.
El
diferencial de contagios y muertes con otros países se llama
prevención: educación sanitaria, material médico básico, tests, respiradores, ucis, seguimiento internacional de la epidemia, control
de las vías
de llegada, movimientos de la población en las primeras semanas
desde
los focos de contagio en expansión,
aplicaciones del Big Data. Es desolador
el vacío de este país en todo eso. Eso es política, eso
debería ser la política,
lo demás, que es lo único que había, se llama propaganda. Un
enjambre de periodistas y asesores, gabinetes y canales de televisión
al servicio de la causa. Quiero
buenos gestores para mi país, gestores con visión política, me
sobran políticos. Qué ciencia tienen los políticos de ahora (mirar
sus profesiones, sus
credenciales, su
experiencia), qué formación, por qué esos
que se muestran hasta
la náusea en las teles, habrían
de ser mejores que un médico con experiencia de hospital, un
economista que conoce las empresas, el trabajo y las finanzas, o un
juez que sabe de tribunales y leyes.
Prevención
también significa ahorro para cuando vienen mal dadas y no tener que
ir de pedigüeños a otros países para que nos saquen del apuro.
Tanta política de escaparate,
donde no se miraban los costes, hospitales enormes, museos
contemporáneos que nadie ve, tantas líneas de AVE, tantas
subvenciones para proyectos que se disuelven en nada, sobresueldos
para tantos
asesores
de propaganda pero no de gestión. De que nos sirve todo
eso,
de que nos servirá cuando salgamos de esta.
Los
datos son alentadores, dice la Sexta
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