No
sé cómo funciona la mente creativa, pero en sus resultados tenemos
indicios. Woody Allen, un ejemplo. Casi todas sus pelis son un
intento de explicarse, de comprenderse. Esta peli está entre las
mejores. El autor no pasa por uno de sus mejores momentos, se siente
perseguido por la nueva inquisición y, a su modo, al modo creativo,
responde. Él, como muchos hombres, se siente atraído por la
sexualidad de las mujeres, de algunas mujeres. Cómo resistirse, ¿es
posible? Elle Fanning es una bomba, una bomba sexual. Los hombres a
su paso quedan embobados, inutilizados, derrotados, se tornan como
moscas ante la miel. Ella no hace otra cosa que manifestarse,
espontánea, inconsciente de su poder, habla y se mueve como un
torbellino, la excitación adolescente ante la incompresible atención
que suscita, ofreciendo a cada uno lo que cree que le interesa,
aunque a menudo bajo un malentendido: ella alaba la carrera de uno,
quiere consolar a otro porque su mujer le engaña o halaga la vanidad
de un tercero, pero lo único que ellos quieren de ella es ella, a
ser posible llevársela a la cama. Solo ven en ella un objeto
irresistible, poco importa lo que diga, de donde venga o cual sea su
intención. El cine ya nos ha presentado mujeres y situaciones
semejantes, Lolita y Marilyn Monroe son dos casos. Elle Fanning se
parece más a la primera que a la segunda. Ese tipo de mujer ingenua
y explosiva está más próxima al final de la adolescencia. Uno de
los hombres le echa en cara sus 15 años, ella con sonrisa ingenua le
dice que son 21. Ahí reside la experiencia del propio Woody Allen,
ahí labora la nueva inquisición, donde chocan el instinto, la
fuerza de la naturaleza humana y la moral coercitiva que vigila el
comportamiento. Hasta el novio atolondrado se aparta al final de esa
chica, cuyo modo de ser le asusta, porque cree que con ella no va a
ser feliz, por otra chica convencional. Esos choques generan
conflictos. Woody Allen se ve a sí mismo en el campo de batalla, de
ahí nace su creatividad.
En
los balances de las mejores películas del año no he visto A
Raining Day in New York y sí muchas pelis adocenadas, pero qué
sentido tiene el arte si no es mostrar la experiencia humana, sus
conflictos, los lugares de fractura entre naturaleza y cultura.
Siempre habrá una mayoría de beatos con quienes no se puede contar,
contra quienes hay que luchar, pero se supone que los críticos deben
estar en la vanguardia. Pero no es así. Desgraciadamente la crítica
de películas y series recae hoy en posadolescentes incapaces de
comprender el valor de su propia experiencia. Lo que recomiendan y
valoran tiene que ver con la imaginación juvenil, con la fantasía,
Juego de tronos frente a The Deuce, no con la
experiencia humana.
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