lunes, 23 de diciembre de 2019

De vuelta



De vuelta a casa, dejo que el coche alcance una velocidad de crucero, que no la sobrepase, sometido a un cierto automatismo, invadido por el paisaje plano con ligeras ondulaciones, neblinoso, con la lluvia fina revoloteando en el parabrisas. El resto de los coches van algo más rápidos. Dejo que me penetre una sensación placentera, de abandono. Deseo que el viaje no acabe, que se haga interminable. La lluvia intermitente, la luz grisácea, la música de la radio encendida contribuyen a esa sensación de abandono, como si me envolviesen en un globo protector. Cruzan imágenes por mi cabeza, una amiga a la que se le acaba de morir el padre, a la que le acabo de enviar una nota, mi madre que se apaga, el mundo que se vuelve incomprensible. Quiero borrar todo eso, un deseo de nada muda me invade, un deseo de confundirme con el aire, con el tiempo sin tiempo que parece ser el tejido de la cabina del coche que rueda. Me duele mirar hacia delante, también los recuerdos, pero el presente es lo más doloroso, siempre lo es.



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