“Contra el absolutismo de la nada”.
Hace
un minuto una gran pamela naranja cubría el cielo por encima del
lóbrego azul casi negro que diluía las
luces
blanquecinas
de la ciudad. La luz crepuscular ha desaparecido de golpe y he visto
a Neptuno correr
hacia el oeste, aunque no era él quien se movía sino las nubes que
recuperaban su color grisáceo en dirección contraria.
1.
Si toda tu
vida la
pudieses
compendiar
en un minuto, al nacer verías
la incontenible
alegría
de tus
padres,
estarías,
luego,
tocando,
puliendo,
desgarrando
la naturaleza de las cosas, oliendo
y
sorbiendo
el mundo con delectación y amargura, a
tus
iguales verías
caer
como hojas muertas y a otros que han
de sobrevivirte
un minuto más,
y en
tan poco tiempo
así habrías
de sentir
lo llena de segundos muertos que
está tu
vida,
diamantes
arrojados
a la basura, y la tristeza de tus
hijos al
final
cuando seas una más de las hojas caídas, y hasta
verla desaparecer y confundirse con la indiferencia del mundo. Ese
minuto se te
hará
largo si piensas
qué hacer para dejar huella, para
escapar de la irrelevancia a que te condena la vida.
La vida ha creado con
mimo
las
especies,
los
individuos como
tú solo sois
hojas, aquellas
permanecen,
magro consuelo, tuya
es
la
conciencia dolorida.
“Compórtate de tal manera que tu muerte sea escandalosamente injusta”.
2.
Si la vida discurriese en un minuto, podrías contemplarla como una
partida de cartas. Todas
las bazas son malas porque cada partida tiene un
tiempo acotado. En la siguiente partida ya no estarán quienes
jugaron en la anterior, tampoco
tú
si has salido triunfante, pero qué
placer saberte ganador mientras jugabas. Y qué satisfacción en el
último instante saber que has jugado bien tus cartas.
“La primera pregunta ontológica hecha al principio del camino de la vida, por qué existe el ser y no la nada, cede el paso a la segunda y definitiva que nos asalta en el trecho final: por qué el ser se parece tanto a la nada".
3.
Pero por qué ceñirte
a un minuto, por qué
ser esclavo de las exigencias de la especie. En el cambio de siglo,
del XIX al XX, el minuto del hombre se le fue en la angustia, trágica
angustia que maltrató el
siglo. Para
tapar el gran boquete que se abrió, hoy
te
has
hecho ciego como niño recién nacido, tu
tiempo es un
minuto banal que
acumula
juguetes, dilapidado como si no fueses
digno de él. Y
sin embargo, todo está listo para romper ese minuto.
4.
En
este minuto se te puede ir la vida, así que vívelo como si en él
compendiases tu
vida entera. Quizá
lo hagas siguiendo el consejo de Javier Gomá:
"El ideal supremo que nos mueva será una aspiración póstuma: que, tras nuestra muerte, la imagen que dejemos invite a quienes la recuerden a una vida digna y bella". (Javier Goma, Dignidad).
O quizá te valga esto que escribió Virginia Woolf en Miss Dalloway:
“Como somos una raza sin esperanza, encadenada a un barco que se hunde, aliviemos los sufrimientos de nuestros compañeros de prisión”. “Seamos todo lo decentes que podamos”.
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