lunes, 7 de octubre de 2019

Joker



Al acabar han sonado aplausos, pocos, algunos con fuerza, como si al agitador le fuese la vida en ello, pero enseguida han decaído. La gente de la sala, llena, ha ido abandonando sus asientos, sin esperar a que acabasen los títulos de crédito o que dejase de sonar el Where are the clowns de Sinatra. Puestos a elegir entre El crack Cero y Mientras dure la guerra he escogido Joker. Hacía tiempo que no iba al cine y echaba de menos la sala a oscuras. Sabía que no me iba a gustar, no me gustan nada las películas de fantasía o de animación, todo lo que tenga que ver con la infancia del mundo me repele, pero Garci y Amenábar suenan acartonados, casi todas sus películas lo son, pueden saber como rodar un plano o montar un travelling, pero el cine no es eso, al menos el cine que a mi me va. Aburridos, pomposos, significado cero. Entonces, Joker.

Sabía de antemano que no hay Batman en esta peli y que por tanto la fantasía no corría por sus venas. Era cierto, pero estaba equivocado. Joker es una peli negra, negrísima, desde la primera imagen. Grano sórdido, oscuridad en Ghotam, y pesimismo del lado del protagonista: el apartamento, la madre, su historial, el trabajo, los compañeros, las calles, el metro, la tele, la mente, Todos mis pensamientos son negativos, afirma. El prota, el Joker, es un payaso o quiere vivir haciendo payasadas, payasadas las hace, las payasadas del humillado, pero ni una levanta una sonrisa, a no ser que el espectador esté en un estado de ánimo parecido. He oído reír un par de chistes sobre un enano, que no estaban ahí para hacer reír sino para acentuar la sordidez, lo juro. Y los hay, hay mucha gente así en el mundo, que vive la desgracia como una forma de vida, porque no le queda más remedio, porque está sumido en una enfermedad incurable o porque quiere, incluso lo adopta como forma de acción política, una especie de anarquismo de la desolación que ansía la destrucción, que desea el mal a los demás. La peli está bien hecha, mejor interpretada, crea una atmósfera, abduce al espectador, pero no desaparece de ella el sustrato del cómic originario. ¡Es un cómic! Hace falta ser adulto para verlo. Es una fantasía, pues. Despojada de Batman, Joker es una película social, ¿social?, ¿psicológica?, pongamos psicosocial. Salen terapeutas, asistentes sociales y hay disturbios en las calles. ¿Puede obrar como símbolo? Podría, pero entonces no sería más que otra muesca en el proceso de depauperización moral del mundo.

No hay comentarios: