Un
mes en el campo fue
llevada al cine nueve años después (1987)
de que J. L. Carr la escribiera
por un dubitativo
Pat O’Connor. La novela adopta la forma de una comedia ligera donde
los elementos que la conforman están en un equilibrio que solo la
maestría técnica de Carr consigue mantener:
toques melodramáticos en las
secuelas
que la guerra ha dejado en la personalidad de Moon y Birkin, breves
apuntes de los caracteres de la variada fauna humana que se presenta
ante el mural en trance de aparición, ligeros toques de humor y el
esbozo de una pasión romántica que no se desarrolla. O’Connor
subraya cada un de esos aspectos enfáticamente, por ejemplo, un
plano inicial en que vemos a Birkin arrastrándose bajo la alambrada
de una trinchera o
su tartamudeo continuado apenas perceptible en la novela. En cambio
otros, como la homosexualidad de Moon están sugeridos con tanta
timidez que dudo que el espectador no novelado pueda advertirlos.
También falta la explicación
técnica del trabajo de un restaurador que hace instructiva la
lectura.
En
fin, aún así siempre es bienvenida cualquier filmación de una
novela que te
ha gustado. Me divierte
ver en pantalla el contraste con los personajes que mi mente ha
recreado. Los Moon y Birkin de Kenneth Branagh y Colin Firth, muy
jóvenes, se acordan bastante bien a lo que mi
imaginación había ido tejiendo.
En cambio el resto de personajes, empezando por la Alice Keach de
Natasha Richardson, me resultan extraños. Ha
pasado poco tiempo desde que novela y película vieron la luz. La
escritura de Carr permanece intacta, las imágenes de O’Connor han
envejecido mal.
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