martes, 25 de junio de 2019

La ominosa fuerza de la promesa



En un mundo beatífico donde todos son adoradores de la promesa la libertad es superflua.

Todo texto, toda frase contiene un elemento de ambigüedad, de aparente incomprensión. Es la exigencia de la lengua que pertenece al autor y al lector. La lengua se abre paso entre la escoria y el barro, de ese modo alumbra significados ocultos o advenedizos, añade belleza y amplifica el significado. Destripar un poema o una frase no totalmente comprensible reduce su riqueza y a veces amilana a la mente predispuesta del lector. Veamos.

De la promesa obtienen su fuerza las religiones para el imperio de las almas, con ella asaltan la frágil fortaleza de las mentes el comunismo y los socialismos del siglo XXI, los socialdemócratas alcanzan su efímero poder prometiendo bienestar a sus crédulos votantes, los techies creen que la tecnología les traerá la eternidad. Qué peor atadura para la novia que ser la prometida, si acepta ese dulce lazo se convertirá en esclava del marido y en sierva del hogar. Hasta los aficionados abren paréntesis en sus aperreadas vidas para tocar felicidad. Como toda promesa será desmentida con el tiempo, los grandes e insustituibles líderes serán ungidos, autoungidos en realidad, para elevar la promesa a profecía de modo que aplace su cumplimiento a un tiempo ahistórico. En esos procesos la libertad desaparece. Los fieles, los militantes, los fans aceptan el arillo del compromiso, renuncian a sí mismos.

Sin discrepancia no hay libertad. La libertad es la garantía para todos los demás derechos. Y deberes. Nos permite conocer lo que esconden las proclamas igualitaristas. Un hombre libre no lo sería si eludirse la responsabilidad y el deber, el compromiso consigo mismo. Solo una sociedad en minoría de edad adora la igualdad como dios único. Tales sociedades han acabado en la esclavitud. Al hombre libre le repugna presentarse como víctima, aceptar compensaciones, subvenciones, ayudas, subsidios. Nada más lejos de la libertad que exigir reparación y venganza.

Comprender requiere esfuerzo, alcanzar la escurridiza verdad.


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