jueves, 18 de abril de 2019

La única historia, de Julian Barnes



"Todos los amores, felices o desdichados, son un auténtico desastre en cuanto te entregas por entero".

         El amor. El desamor. ¿Se parecen todos los amores? ¿Es único cada caso? ¿Hay un único amor? ¿Hay reglas, patrones que se pueden generalizar? ¿Cómo definir, atrapar ese estado emocional que nos trastorna, que modifica nuestra vida hasta el punto de que, si miramos atrás, cuando todo ha sucedido, parece como si el destino nos hubiese teledirigido? Todas las historias de amor son diferentes, quizá todas sean igualmente dichosas cuando se inician, pero desigualmente infelices cuando se desarrollan en la alfombra del tiempo que nos lleva y concluyen cuando el tiempo ya no da más de sí.

          En esta historia un muchacho de 19 años, Paul, Casey Paul para el amor, se entrega en cuerpo y alma, tal como nos exige el amor, a Susan, una mujer mal casada, de 49, y Susan se entrega a él. Susan tiene dos hijas pero en su matrimonio el sexo desapareció hace mucho tiempo. ¿Saben los dos que después de un tiempo la cosa acabará y acabará mal, pero que no acabará de igual modo para cada uno, que uno quedará más tocado que el otro? Paul tendrá tiempo por delante, Susan no. Qué harán cuando todo termine o cómo harán para continuar con la vida después de que todo termine. Cuando un amor ha vivido de la entrega en cuerpo y alma no es fácil concluirlo. ¿Estaba Susan condenada a alcoholizarse, era ese su destino? ¿Debía Paul romper con Susan, romper con ella cuando las cosas se volvieron insoportables o provocar la separación era una traición al amor? ¿Se puede salir indemne de un amor verdadero, es decir, del único amor? ¿Puede haber vida después o estás condenado?

          En todo amor se teje un idioma propio, unas cláusulas, unos tópicos, un lenguaje que crea un mundo propio, único, en el que se reconocen los amantes. También hay lugares, estados de ánimo, objetos, una larga lista de cosas, películas, música, libros, donde se han ido fijando las emociones compartidas. Toda historia de amor es única. Pero ¿es posible buscar las trazas de lo universal en una de ellas? Es lo que intenta Julian Barnes en esta novela. Casi todos tenemos o hemos tenido una historia de amor, una verdadera, única. Nos ha marcado, ha trazado nuestro destino, no hemos vuelto a ser iguales. Cuando, tras la ruptura, hemos querido iniciar una nueva aquella estaba presente con su peso, sus objeciones, su camino marcado. El narrador emplaza a la memoria a que recuerde, a sabiendas de que es frágil, de que no se sostiene sobre la cronología sino que el tiempo que reconstruye es movedizo y más si quien recuerda es una conciencia herida, “cuando eres joven no tienes ningún deber con el futuro, pero cuando eres viejo tienes un deber con el pasado”.

         En el fluir entre lo único que cada uno creemos experimentar y lo universal que la razón del discurso cree establecer, el narrador de esta historia escribe en primera y en tercera persona. Paul expone en vivo las emociones del amante, pero también objetiva su historia de modo que sirva de muestra o ejemplo o alegoría del amor universal. Para Julian Barnes, Paul y Susan son cada uno de los amantes que ha vivido o vive su historia como historia única, el amor se ha encarnado en esa pareja que encontró su pasión en la disparidad de circunstancias que a finales de los setenta era acicate para amarse más. Como todo amor es corroído por el tiempo. el destino se la juega, lo que al principio fue acicate al final es aceleración, precipita en el abismo a los amantes. ¿Es así como suceden las cosas?


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