"Todos los amores, felices o desdichados, son un auténtico desastre en cuanto te entregas por entero".
El
amor. El desamor. ¿Se parecen todos los amores? ¿Es único cada
caso? ¿Hay un único amor? ¿Hay reglas, patrones que se pueden generalizar? ¿Cómo definir,
atrapar ese estado emocional que nos trastorna, que modifica
nuestra vida hasta el punto de que, si miramos atrás, cuando
todo ha sucedido, parece como si el destino nos hubiese teledirigido? Todas las historias de amor
son diferentes, quizá todas sean igualmente dichosas cuando se
inician, pero desigualmente infelices cuando se desarrollan en la
alfombra del tiempo que nos lleva y concluyen cuando el tiempo ya no
da más de sí.
En
esta historia un muchacho de 19 años, Paul, Casey Paul para el amor,
se entrega en cuerpo y alma, tal como nos exige el amor, a Susan, una
mujer mal casada, de 49, y Susan se entrega a él. Susan tiene dos
hijas pero en su matrimonio el sexo desapareció hace mucho tiempo.
¿Saben los dos que después de un tiempo la cosa acabará y acabará
mal, pero que no acabará de igual modo para cada uno, que uno
quedará más tocado que el otro? Paul tendrá tiempo por
delante, Susan no. Qué harán cuando todo termine o cómo harán
para continuar con la vida después de que todo termine. Cuando un
amor ha vivido de la entrega en cuerpo y alma no es fácil
concluirlo. ¿Estaba Susan condenada a alcoholizarse, era ese su
destino? ¿Debía Paul romper con Susan, romper con ella cuando las
cosas se volvieron insoportables o provocar la separación era una
traición al amor? ¿Se puede salir indemne de un amor verdadero, es
decir, del único amor? ¿Puede haber vida después o estás
condenado?
En
todo amor se teje un idioma propio, unas cláusulas, unos tópicos,
un lenguaje que crea un mundo propio, único, en el que se reconocen
los amantes. También hay lugares, estados de ánimo, objetos, una
larga lista de cosas, películas, música, libros, donde se han ido
fijando las emociones compartidas. Toda historia de amor es única.
Pero ¿es posible buscar las trazas de lo universal en una de ellas?
Es lo que intenta Julian Barnes en esta novela. Casi todos tenemos o
hemos tenido una historia de amor, una verdadera, única. Nos ha
marcado, ha trazado nuestro destino, no hemos vuelto a ser iguales.
Cuando, tras la ruptura, hemos querido iniciar una nueva aquella
estaba presente con su peso, sus objeciones, su camino marcado. El
narrador emplaza a la memoria a que recuerde, a sabiendas de que
es frágil, de que no se sostiene sobre la cronología sino que el
tiempo que reconstruye es movedizo y más si quien recuerda es una
conciencia herida, “cuando eres joven no tienes ningún deber con
el futuro, pero cuando eres viejo tienes un deber con el pasado”.
En
el fluir entre lo único que cada uno creemos experimentar y lo
universal que la razón del discurso cree establecer, el narrador de
esta historia escribe en primera y en tercera persona. Paul expone en
vivo las emociones del amante, pero también objetiva su historia de
modo que sirva de muestra o ejemplo o alegoría del amor universal.
Para Julian Barnes, Paul y Susan son cada uno de los amantes que ha
vivido o vive su historia como historia única, el amor se ha
encarnado en esa pareja que encontró su pasión en la disparidad de
circunstancias que a finales de los setenta era acicate para amarse
más. Como todo amor es corroído por el tiempo. el destino se la
juega, lo que al principio fue acicate al final es aceleración,
precipita en el abismo a los amantes. ¿Es así como suceden las
cosas?
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