martes, 1 de enero de 2019

¡Inhumanos!




          Seguramente Navidad y Año nuevo sean fechas señaladas para que dejemos escapar al idiota que llevamos dentro. Las barreras caen y dejamos que se manifieste. El resto del año creemos estar más vigilados y nos contenemos. La colección de felicitaciones de estos días es para un museo al que ir para vernos reflejados, quizá así disminuiría nuestra tontería. El resto del año nos dedicamos a asuntos más serios que desear ficticia felicidad, aunque hay gente que en cuanto ve un foro abierto deja que su idiota diga la mayor de las barbaridades. Algunos, incluso, con mando en plaza, las sueltan sin restricción a su complejo de superioridad moral. Un par de ejemplos de idiocia sin freno, los dos tuertos. En el primero, mediante un retorcido razonamiento en espiral hasta fijar la diana, la autora designa a sus enemigos políticos, no importa que sean la mitad del país. En el segundo, a esos mismos enemigos se les atribuye la dispensa de inhumanidad, con lo que se les emparenta directamente con la peor de las épocas que el mundo ha conocido, aquella de los movimientos políticos extremos, que primero deshumanizaban a las víctimas que quería matar y luego las exterminaban. Pero este hombre es tan exquisito, su moral de un orden tan superior que de sus dedos no saldrá la palabra fascismo para arrinconar a la mitad de los ciudadanos de este país.


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