Las
escuelas helenísticas de filosofía antepusieron el saber práctico,
qué se puede hacer para tener una buena vida, a la lógica, la
epistemología o la metafísica. Todas ellas eran hijas de Sócrates
y consideraban que la sabiduría es la principal de las virtudes con
objeto de lograr la felicidad. Cada una ponía el acento en una
característica, frente a platónicos y aristotélicos que quisieron
abarcar todos los campos del saber, cirenaicos y epicúreos afirmaban
que el objetivo era obtener placer y evitar el dolor, cínicos y
estoicos que era la práctica de la virtud. Los estoicos tomaron de
Aristóteles el realismo y la razón para conducirse en la vida y de
los cínicos la virtud concebida como sabiduría práctica. Los
cínicos consideraban que la práctica de la virtud era lo único
importante y llevaron la frugalidad al extremo. Diógenes de Sinope,
por ejemplo, vivía en una cuba, pedía limosna para vivir y se
burlaba de las convenciones sociales. Los estoicos les seguían en la
idea de que ser virtuosos era lo importante, sin embargo, no
desdeñaban otros bienes que ellos llamaban indiferentes preferibles:
era preferible la salud a la enfermedad, la educación a la
ignorancia o la riqueza a la pobreza, siempre que no comprometiese la
dignidad.
Entre
los estoicos, con la mira en el saber práctico y en la integridad
personal, destacaron unos cuántos filósofos, Zenon de Citio en la
antigua Grecia y Musonio Rufo, Epicteto, Marco Aurelio y Séneca en
Roma. El estoicismo nunca ha estado olvidado. En nuestro tiempo hay
un nuevo renacer de las ideas estoicas. En muchas cosas, el budismo,
el zen y el cristianismo se emparentan con sus ideas éticas. Para
los estoicos, la virtud es el mayor bien, lo demás es indiferente,
aunque hay bienes secundarios preferibles a otros; la razón es el
medio para conseguir una sociedad mejor; el principio de actuación
se basa en la dicotomía de control: algunas cosas están bajo
nuestro control, otras no. En consecuencia, no te preocupes de
aquello que escapa a tu dominio. Cuatro son las virtudes básicas: la
sabiduría para navegar ante situaciones complejas; el valor
para hacer lo correcto siempre; la justicia y la ecuanimidad
en el trato con los demás y la templanza o la práctica de la
moderación y el autocontrol. El objetivo es la apatheia, la
tranquilidad mental y la ecuanimidad.
Como
eminentemente es un saber práctico, Massimo Pigluicci, en su libro,
ofrece una serie de consejos prácticos extraídos del Enquiridion,
o manual, de Epicteto:
1.
Examina tus impresiones, ¿esto está bajo mi control?
2.
Recuerda la fugacidad de las cosas.
3.
Ten presente la cláusula de reserva frente al destino: lucha por
conseguir objetivos pero pensando que las cosas no siempre van bien o
como tú querrías.
4.
Para cada desafío, ten presente tus recursos, de acuerdo con ello,
piensa cómo practicar la virtud aquí y ahora.
5.
Ante una dificultad importante, ira, ansiedad, miedo, haz una pausa y
respira hondo.
6.
Alteriza: no soy distinto, lo que les ocurre a los demás me ocurre o
me ocurrirá a mí.
7.
Habla poco, solo lo necesario y sé breve.
8.
Elige bien la compañía, no bajes al nivel de quienes se entretienen
con banalidades.
9.
Responde a los insultos con humor.
10.
No hables demasiado de ti mismo.
11.
Habla sin juzgar.
12.
Reflexiona cada noche sobre tu día.
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