jueves, 27 de diciembre de 2018

El peligro de la historia única, de Chimamanda Ngozi Adiche



            Qué instructivo este librito de Chimamanda Ngozi Adichie, la escritora nigeriana que vive a caballo entre su país y EE UU, no únicamente por lo que expone la autora sino por el contraste con quien la reinterpreta en el epílogo. La autora utiliza la idea de historia única para arremeter contra la visión incompleta y parcial de lo que Occidente ha escrito, y escribe, sobre África, descrita como entidad única de bellos paisajes, pobreza y enfermedades, deformada por la literatura desde que el viajero inglés John Lok describiera a los africanos, en 1561, como ‘bestias sin hogar’ y también como ‘gente sin cabeza, con la boca y los ojos en el pecho’, que inició una tradición cuentista que no tiene fin. Desde entonces, según Adiche, todo has sido versiones de esa historia única. Adiche escribe este breve opúsculo para desquitarse de la primera compañera de habitación que tuvo al llegar a EE UU, que mantenía esa visión de África. Una visión que Adiche descubre en sí misma cuando visita México:


            Cuando rechazamos el relato único, subraya Adiche, cuando comprendemos que nunca existe una única historia sobre ningún lugar, recuperamos una especie de paraíso.

             Marina Garcés, en el epílogo, con tantas páginas como el ensayo original, extrapola el sentido común de Adiche y construye una hipérbole: la Historia de las Ideas, la Historia de la Filosofía que es como decir la Historia de Occidente o la Historia a secas se reduce a un único pensamiento universal, encajonado en una sola historia. Y amplía, prácticamente todo el mundo ha quedado fuera de esa historia. Así de simple y reductor. Pero Adiche no afirma tal cosa, sino que partiendo de la pregunta de quién tiene el poder, quién cuenta y quién puede contarlo, llega la idea de que lo que se cuenta de África es una la deformación y contribuye a su indignidad porque se habla y escribe sobre lo que se desconoce. Escribe, “conocía muchas historias del país. He leído a Tyler y Updike, a Steinbeck y Gaitskill. No tengo un relato único de EE UU”, pero no sucede así con África o Nigeria, porque no leemos a sus escritores y eso sucede porque África no tiene poder. “El relato único priva a la persona de su dignidad”.

            La historia de la filosofía, de la física, de la biología, de las ideas en general, es lo contrario de lo que afirma Garcés, desde Tales a Avicena, desde Platón a Galileo es la historia del continuo contraste y contradicción en busca de la verdad, y cada vez es más universal porque cada vez más personas procedentes de todo el mundo se incorporan al pensamiento. Lo que sucede con la panoplia de buenos escritores nigerianos: Wole Soyinka, Chinua Achebe. Chimamanda Ngozi Adichie o el extraordinario Teju Cole.

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            Si trasladamos la reflexión de Adiche al análisis político de hoy podemos leer este luminoso artículo sobre nuestro Coriolano, la negrura de Garcés la vemos en este otro. Y si buscamos ponderación y alerta, en este otro.


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