martes, 23 de octubre de 2018

Kabuki



Flores del lirio
pondré en mis pies, cordones
de mis sandalias
(Basho)


          Cuando el teatro Kabuki nació, hacia el 1600, era cosa de mujeres: ellas interpretaban todos los papeles. De carácter alegre, fue derivando hacia la prostitución, por lo que fue prohibido por el sogunado, que expulsó a las mujeres del escenario y fueron sustituidas por hombres jóvenes. La dramatización sustituyó al tono jocoso, aunque no por ello desapareciera la relación de los actores con la prostitución, en este caso masculina. En 1653 el shogun solo permitió que actuasen hombres adultos. Así se sigue haciendo en los grandes teatros como el Kabuki de Ginza, en Tokio.

          Hoy, se pueden comprar actos sueltos. Es lo que he hecho. He visto el tercer acto de una obra. Hora y media. Ha sido suficiente para comprender por qué sigue teniendo tanto éxito. La trama es sencilla, pero no el resto. Los actores se maquillan con esmero y se mueven como si cantaran y danzaran, que es lo que significa Kabuki, canto y danza con destreza. El decorado es primoroso, lleva a las estampas del ukiyo-e. La música, el vestuario, todo recuerda al Japón tradicional. Que no entendiese el japonés, no ha sido obstáculo para disfrutar.


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