¿Se
puede juntar una cantata profana de Bach, música electrónica,
danza, flamenco y
proyecciones de vídeo
en un único espectáculo? Cómo no, todo es posible si hay una buena
idea
detrás, un hilo que conduzca
a un significado superior. Es la propuesta de La Fura del Baus. Hay
momentos logrados, algunos visualmente
poderosos, sobre todo cuando interviene el bailarín (Miguel Ángel
Serrano), vestido de blanco en contraste con lo demás, otros de
conjunción
escenográfica y música, como
cuando interpretan La
Folía di
Spagna
(dos veces, una en el discurrir de la representación, otra
como regalo final), con
una extensión rapera por parte del barítono,
pero en conjunto la obra chirría, literalmente, por el abuso de la
amplificación a que someten a los instrumentos de cuerda y a las
voces de soprano, barítono y cantaora. Qué manía la de amplificar
electrónicamente. Hay momentos en que la distorsión se hace
insoportable, ininteligibles, por ejemplo, los recitativos o la
declamación poética en
favor de la cerveza
de la cantaora (imposible saber lo que dice) y, en general, cuando suena la música instrumental,
violín, viola y violone.
Además,
desde mi punto de vista, la música directamente electrónica, los
sintetizadores,
aporta poco o nada. La
música de Bach, a pesar de todo está ahí, y uno hace lo imposible,
por aislarla del ruido, por
adivinarla detrás de la distorsión.
El
espectáculo se llama Free Bach 212,
por la cantata BWV 212, Bauernkantate
o Cantata de los campesinos, pero debería llamarse llanamente
Distortion
Bach.
sábado, 27 de octubre de 2018
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