Una vez Butchô, maestro de Zen de Bashô, lo visitó en su chocilla en compañía de varios poetas, y le preguntó cuál era el camino de Buda. En ese momento se zambulló una rana y Bashô improvisó como respuesta:
Se
zambulle una rana,
ruido
del agua.
Butchô
comprendió que Bashô había llegado al nirvana. Le dijeron que
completase el poema y algunos de los presentes, infelices ellos,
incluso le sugirieron el primer verso: Ocaso obscuro (Yoiyami
ya), En soledad (Sabishisa ni), Unas mosquetas
(Yamabuki ya). Pero el maestro dijo:
Un
viejo estanque.
[Así
se completó el haiku más famoso de Basho y de la poesía japonesa]
Cómo
no recordar el kaiku perfecto de otro maestro y poeta español,
Antonio Machado:
Junto
al agua negra
olor
a jazmines:
noche
malagueña.
(De
la introducción de Antonio Cabezas a Senda hacia tierras hondas,
de Matsuo Basho).
A
ver si va a resultar que la realidad es sucia y engañosa y
falsificadora y solo la literatura nos la devuelve pasada a limpio.
Hokkaido.
De Hakodate a Noboribetsu.
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