sábado, 15 de septiembre de 2018

Heridas abiertas (Sharp Objects)




              Todos tenemos un fondo oscuro y cruel, dice uno de los personajes de esta serie. A esa frase se agarran los guionistas para implicar al espectador escéptico. Las cosas ya han sucedido cuando la periodista que interpreta Amy Adams llega al pueblo donde transcurrió su infancia y adolescencia para tratar de comprender y describir la atmósfera tras la muerte de dos adolescentes. La serie tenía dos alternativas, contar un thriller con asesino en serie o aplicarse a describir los efectos de una rara enfermedad, el síndrome de Munchausen por poderes. No hace ni lo uno ni lo otro. Lo que produce es una extraña mezcla. Se aplica a mostrar los efectos del síndrome en la familia que lo sufre, especialmente en el caso de la protagonista, y en el pueblo, mediante una suerte de suspense que va desvelando las trazas de un asesino de quien muy pronto sabemos que padece dicha enfermedad, aunque no sepamos desde el principio que sea el asesino. El resultado de tal indefinición es una trama oscura, poco agradable de ver, con una Amy Adams atrapada en un personaje difícil, complejísimo que hubiera requerido explicaciones médicas y psicológicas más que dejar su construcción a la imaginación de los guionistas. Casi todos los personajes son enfermizos, el propio pueblo es una zona pantanosa, atrapado en las miasmas que genera la putrefacción. ¿Pero de qué tipo de putrefacción de trata, moral, psicológica, social? Lo que vemos no es más que un esteticismo mórbido que no resulta creíble porque no hay una voluntad de explicar sino de mostrar la morbilidad. Serie muy publicitada, en ocho episodios. HBO.

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