viernes, 24 de agosto de 2018

La música es la vida



            José Andrés Rojo, en El País, habla de un ensayo de Clement Rosset en el que se ocupa de la música. La música sería lo más ajeno que existe “a la realidad evocada por las palabras”. La música no da cuenta de nada, no representa nada, no se refiere a nada, no comenta ni describe nada, no traduce; la música simplemente es. Escribe Rosset: “Irrupción de lo real en estado bruto, sin posibilidad de acercamiento por medio de la representación: tal es el efecto musical y la razón de su potencia particular”.

           No es del todo cierto lo que afirma Rosset, ahí está la música programática, radio clásica o los programas de mano. En el extremo, los himnos nacionales. Pero de todas las artes, la música es la que más se acerca al ideal. Y a la pulsión de una vida sin mediación: el arte es la vida.

             Cuando asciendo una ladera montañosa especialmente inclinada o una pared rocosa que requiere apoyos, la mente queda fijada a los agarres o al suelo pedregoso y resbaladizo. Por un momento, toda la basura acumulada desaparece o queda en algún reservorio, en ese momento inútil. Ójala fuese así la vida, inmediata, libre de cualquier marca de derechos de autor.

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