miércoles, 20 de junio de 2018

9. Zamora – Santa María de Tera




          La etapa es larga, en general por pistas no demasiado complicadas, pasando por La Tierra del Pan, Roales del Pan, Montamarta, bordeando el embalse de Ricobayo y las ruinas de Castrotorafe hasta llegar a la Granja de Moreruela, donde tenemos la opción de seguir por la Vía de la Plata que va hasta Astorga o rodar por el Camino Sanabrés, hacia el oeste. Desde el principio sabíamos que cogeríamos el camino que atraviesa los Montes de Sanabria. Poco después de cruzar el puente de Quintos sobre el río Esla para entrar en las Tierras de Tábara tuve un desagradable incidente. Evacuando en medio del monte, una nube de diminutos mosquitos se cebó en mí. Las huellas de sus picaduras infectadas me acompañaron durante varios días. Antes de llegar a Tábara, capital de la Sierra de la Culebra, Ani y yo nos perdimos por querer adelantar por un atajo hacia Santa Eulalia de Tábara y tuvimos que hacer unos kms de más. En Tábara, almorzamos justo delante de su hermosa iglesia románica, que es lo que queda de un monasterio del siglo IX, el de San Froilán que llegó a reunir 600 monjes y monjas. Son conocidos sus códices miniados, como los Beatos de Tábara y de Gerona. Y tras Tábara fui yo quien se perdió. Harto de subir duros repechos pedregosos me fui por una carretera sin saber que se alejaba del camino. Me costó dar con Bercianos y subir otro duro repecho para llegar a Santa Marta de Tera. En Santa Marta tuvimos que conformarnos con bocadillos y por la tarde comprar en un pequeña tienda, cuya dueña preguntaba una y otra vez si llegaban más caminantes.


         La historia del pueblo y de su bella Iglesia románica, del siglo XII, nos la explicó la amable hermana de la tendera, encargada del albergue y de la iglesia museo. La iglesia formaba parte de un monasterio mozárabe. En una de sus portadas, está la escultura en alto relieve del apóstol Santiago que es la más representativa del Camino Sanabrés. Como en otros templos románicos en este se da el fenómeno de la ilumninación equinoccial, cuando dos veces al año el sol entra por el óculo de la cabecera e ilumina un capitel historiado. Al atardecer, en el impoluto albergue municipal, junto a otros turigrinos más que peregrinos como nos gustaba llamar el alberguero de Salamanca, nos preparamos unos ricos espaguetis con un sofrito de verduras. 92,38 kms.


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