lunes, 18 de junio de 2018

7. La Calzada de Béjar – Salamanca




           Desde La Calzada hasta Fuenterroble, vamos dejando atrás las sierras del Sistema central, con algunas subidas y bajadas, pasando por Valdelacasa. Rodamos sin grandes dificultades, a buen ritmo, por la Cañada Real de la Plata, disfrutando del bonito paisaje con restos de la calzada romana, miliarios y por donde pasaban antaño los rebaños trashumantes, hasta llegar a las duras rampas del Pico Dueña, la dificultad de la jornada, en cuyo alto han levantado una gran Cruz de Santiago de madera, que quiere imitar la Cruz de Ferro del Camino Francés. Es la cota de la Vía de la Plata, 1170 m. Desde lo alto tenemos unas buenas vistas sobre las dehesas y la llanura que recorremos durante la jornada hasta llegar a Salamanca. La mayor dificultad, tanto de la subida como de la bajada, además de las duras rampas que a veces exigen bajarse y empujar la bici, son las piedras que impiden rodar. El desnivel de la bajada es especialmente pronunciado, 250 m en 3 km, con alguna rampa del 20 %. Paramos en San Pedro de Rozados, Ani tiene otro problema con la bici, ahora es una alforja cuyo enganche al trasportín se ha roto. Desde el Teso de Aldeatejada, escenario de la batalla de los Arapiles en la Guerra de la Independencia, ya tenemos a vista de pájaro Salamanca. Una pareja, a la que vemos mientra subimos el teso, nos indica la ruta hasta la ciudad mientras nos hace la foto.


          Entramos por el Tormes y el puente romano, llegamos al albergue de La Calera cuando ya están cerrando, según el horario del mediodía, pero el hospitalero, un amable oscense, nos permite dejar las bicis y ducharnos, antes de buscar un sitio donde comer. Una guapa uruguaya nos lleva hasta El Quijote, un restaurante con patio interior, y por el camino nos cuenta su breve vida en la ciudad a la que ha sido arrastrada por el novio. Tiene que ganarse unos eurillos buscando clientes. El lugar es bonito pero las sillas infames, tanto que me da un chasquido en el lugar, la zona lumbar, donde unos días antes había recibido un pequeño golpe con el sillín, en una caída. He de acudir al hospital porque el dolor es intenso y no puedo doblarme. Me hago a la idea de que el camino se ha acabado para mí por este año. En la larga espera para que me atiendan me acompañan Ani y Ramón. Me hacen una radiografía. La médico me dice que tengo una fisura en una costilla flotante, pero con ibuprofeno podré continuar. El día y la visita de Salamanca se han echado a perder, tan solo queda un breve paseo por la Plaza Mayor y una visita al jardín de Calixto y Melibea. 72, 65 km.

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