sábado, 23 de junio de 2018

12. Laza – Orense




             De las vertiginosas bajadas de ayer a Laza a la muy dura subida de hoy a la Alberguería. Yo por carretera, Ani y Ramón por un camino aún más duro. En la Cruz de los Segadores me topo con un coreano que me hace parar porque quiere hacerse un selfie conmigo. Después otra larga bajada hasta Vilar do Barro. Entro otra vez al camino, ahí comienza una zona más agradable entre bosques, hasta llegar a las corredoiras de Bobadela, Abeleda y Cima de Vila. En Abeleda paro a tomarme un café y preguntar a los vecinos si lo que sigue hasta Orense es más agradable que algunos de los tramos que he hecho inundados y rocosos. Opiniones contradictorias. Llego a la imponente iglesia del monasterio de Xunqueira de Ambía con trazas románicas y barrocas. Tras el duro subeybaja decido seguir por carretera hasta Orense. Desde Xunqueira, los veinte kms hasta Orense son casi todos en bajada, ligera primero hasta Reboredo y más pronunciada después. Al llegar al polígono industrial de la capital cojo un camino que no me lleva a ninguna parte y he de reajustar el GPS para tomar la dirección al albergue, atravesando la ciudad y al final de otra pequeña cuesta.


              Hay un montón de peregrinos esperando a que abran el albergue de la Xunta. El hospitalero va tomando los datos con muy malas pulgas, es el peor recibimiento que he tenido en cualquier albergue de los muchos que he utilizado. Pasadas unas horas, me reconoce que está de mal humor porque, ayer, dos turigrinos ciclistas le pusieron una denuncia porque les hizo esperar a que los peregrinos de a pie pasasen por delante. Algo razonable, aunque no su mal humor. Las bicis nos las guarda en un garaje el bar de enfrente por un módico euro. Duchados y cambiados buscamos un lugar donde comer. Tenemos suerte y damos con un buen menú y un camarero amable. Después recorremos los alrededores de la catedral. La fachada barroca de la iglesia de Santa Eufemia es impresionante con sus curvas, columnas gigantes y frontón partido, me recuerda a la de la catedral de Murcia. Una vez dentro, aprisa, ya están cerrando, nos topamos con una princesa. Una niña vestida de impoluto blanco, encajes y diadema, acaba de ser bautizada en la religión católica. Sus padres son de Baltimore y el obispo les ha concedido el privilegio de ser bautizados en esta hermosa iglesia.


Tras la siesta recorremos la ciudad, As Burgas, los parques, todo listo para celebrar la noche de San Juan, a la que no estamos invitados porque el albergue cierra a las diez cumplidas. En la catedral un coro de jóvenes y niñas ensaya una y otra vez el Santa Maria, Strela do dia de las Cantigas. Antes del cierre nos tomamos un bocata donde el amable barista que nos guarda las bicis. 61,23 kms.

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