viernes, 16 de marzo de 2018

Cerrar la discusión




        Muere un mantero en el barrio de Lavapiés. Las circunstancias no se han precisado todavía. Escucho algunas opiniones a través de la tele y pronto se ve que, aunque se ofrezcan como testimonios, son testimonios de parte. De parte de sus apriorismos. Es posible que hayan visto, pero lo que han visto encaja en un modelo previo para organizar los acontecimientos. Las señales que reciben del exterior van a la caja negra de su cerebro y allí se convierten en la película de la realidad.

        Un concejal gobernante dice que "El fallecido es una víctima del sistema capitalista"
.
        En otro sitio, otro opinante habla del incomparable trato a favor de los inmigrantes.

        Ambas opiniones cierran cualquier discusión. ¿Quién podría llamarles, invitarles a una birra en el bar debajo de su casa e iniciar una discusión? Toda su argumentación es prefabricada, no deja brechas para el contradictor, imposible entrar en su fortaleza.

         Algo parecido sucedió ayer en el Congreso con el debate entre partidos sobre la prisión permanente revisable. Una discusión sin brechas.

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